miércoles, 28 de noviembre de 2018

El tejón de la barca y otras historias (02), de Janni Howker


Edición en inglés



El tejón de la barca y otras historias
de Janni Howker

(Segunda de dos partes)

Jesús Guerra


 En la entrada anterior les comenté uno de los tres cuentos que componen el libro para adolescentes El tejón de la barca y otras historias. Comenté precisamente el que le da título al volumen. En esta ocasión comento el segundo relato, que al igual que el anterior, está muy bien narrado y es interesantísimo. El primero es sobre la relación entre una adolescente y una anciana que vive en una barca. Este segundo relato, llamado «Reicker», que es el apellido de un anciano, es sobre la extraña relación, lejana pero emotiva y muy significativa, entre un adolescente y ese anciano.

Martin y Sean son dos amigos adolescentes que asisten a la misma escuela, aunque en grados diferentes porque Martin es un año mayor. Viven en el campo, entre varios pueblos pequeños de Inglaterra. Martin es hijo de un granjero que tiene una propiedad muy grande, y Sean es hijo de un maestro de escuela y de una enfermera. Los dos jóvenes pasean por el campo, van a nadar, juegan junto a un riachuelo, pero también se aburren. Martin es más activo, se aburre con mucha facilidad, dice que le gustaría vivir en una ciudad grande para que pasen cosas, a diferencia del lugar en donde viven.

En una de las fincas de los alrededores trabaja un anciano alemán, conocido por su apellido, Reicker, o el viejo Reicker, o incluso como el nazi Reicker. Y es que Reicker, cuando era muy joven, fue aviador del ejército nazi alemán, y fue de los que bombardeó Inglaterra, luego cayó prisionero, y después de la guerra fue liberado, pero por algún motivo que sólo el anciano sabe, no regresó a su país y se quedó a vivir ahí, aunque muchos de los granjeros de la región no lo quieren.

Cuando Martin y Sean se lo llegan a encontrar en sus paseos por el campo, le hacen saludos nazis, le gritan tonterías, y en general se burlan del anciano. Sean lo hace sobre todo por seguir a Martin, pero en realidad el anciano le llama la atención y le da un poco de lástima. Martin en cambio, lo insulta con placer.

Una tarde, el papá de Martin alcanza a los jóvenes mientras pasean y les dice que se suban a la camioneta porque algo ha sucedido y tienen que regresar a la casa. Un rato después, cuando Sean le llama a su mamá para decirle en dónde está y que está bien, ella le cuenta lo que ha sucedido. Un hombre de uno de los pueblos vecinos asesinó esa tarde a su esposa, secuestró a una niña pequeña, hija de un vecino, y huyó, y todo parece indicar que está por los alrededores. La mamá de Sean le dice que se quede ahí hasta que llegue su papá por él pues es peligroso que anden solos, él y Martin, debido a esa situación.

Y el papá de Martin les dice que la policía local le pidió utilizar su granja como base de operaciones por la ubicación que tiene, para la búsqueda del asesino y de la niña secuestrada. Así, comienzan a llegar patrullas, policías armados, perros para rastrear al criminal... Martin, aunque es el mayor de los dos amigos, es el más infantil y está emocionado por la situación, como si estuviera viviendo una película. Sean, por su parte, aunque todo aquello le resulta interesante, entiende muy bien que todo eso no es un juego, que hay peligros reales, y piensa, ya como un joven mayor, en lo extraño que es el que una persona que ahora es buscada por asesinato y secuestro, sea una persona que ha vivido en un pueblo vecino y sea conocido por todos. Incluso Martin y Sean conocen de vista al presunto asesino.




Como ya es de noche y la policía no conoce bien el terreno, Martin se ofrece a servir de guía a uno de los grupos de policías, ya que su padre guiará al otro grupo en la búsqueda. Y su papá está de acuerdo, aunque la mamá de Martin no quiere que su hijo vaya al campo en esas circunstancias. El papá de Martin dice que su hijo ya no es un niño y que conoce a la perfección su propiedad y los alrededores de la misma. Además, la vida de una pequeña está en juego. Y como Martin va, Sean lo sigue...

Evidentemente ya no les puedo contar nada más de este relato, que a mí me ha parecido estupendo, interesantísimo, emocionante y emotivo, y muy, muy bien narrado. Los personajes son realistas, interesantes y vivos, y la narración nos muestra, entre muchas otras cosas, la distancia que empieza a crecer entre los dos jóvenes amigos pues ellos comienzan a ser más diferentes entre sí, y cómo se va dando el proceso de maduración de Sean. La verdad es que esta lectura es un verdadero placer.

El tercer cuento de este libro se llama «El granjero». Es un relato que tiene el mismo extraordinario nivel de calidad, y que está tan bien contado como los dos anteriores, además, mantiene ese tono sutil con respecto a la conexión que se establece entre un adolescente y un anciano, aunque en este caso es una relación más alejada y extraña que las dos anteriores. En los tres casos, en todo caso, se trata de un lazo de comprensión, de una poderosa empatía.

Jane y Bridget son amigas; van y vienen juntas a la escuela. Algunas veces toman un atajo por un camino llamado el Camino de Atrás, mismo que no está atrás de nada. Ahí sólo se encuentra la vieja y descuidada casa de un granjero del que, según Bridget, se sabe que está loco, y que asesinó a su esposa. Además —chismes de niños— se dice que ahoga gatos...

Una tarde que pasan por ahí, Bridget reta a Jane a que vaya hasta la puerta de esa vieja casa y toque a la puerta. Jane toca y luego ambas se esconden entre las plantas, pero en un sitio que les permite ver la puerta. El hombre sale y pregunta: «¿Eres tú, Nellen?» Jane le pregunta a su amiga quién es Nellen, y ella le responde que la esposa asesinada.

Por esos días el papá de Jane está haciendo un cuadro para su esposa que cumplirá años pronto. El cuadro lo realiza con recortes de plumas de ave, y le faltan plumas color café y algunas otras, así que le pide a su hija que al salir de la escuela vaya a buscar plumas. Esa tarde, entonces, Jane y Bridget van al campo en busca de plumas, y evidentemente llegan a los alrededores de la granja del anciano loco. No parece estar ahí así que deciden meterse a la propiedad pues el granjero tiene gallinas y algunos patos. Jane encuentra y guarda muchas plumas, mientras Bridget descubre que la puerta de atrás de la casa está abierta. Y, claro, casi sin darse cuenta, entran a la casa... Lo que ahí encuentran, y lo que sucede después tiene efectos muy diferentes en las dos amigas. Ya no puedo contarles nada más, pero sí puedo decirles que se trata de un relato espléndido e interesantísimo que no se pueden perder.

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El tejón de la barca y otras historias. Janni Howker. Traducción de Juan Elías Tovar Cross. Ilustraciones de Tania Janco. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento. Clasificación: Para los grandes lectores. 160 págs.




miércoles, 21 de noviembre de 2018

El tejón de la barca y otras historias (01), de Janni Howker






El tejón de la barca y otras historias
de Janni Howker

(Primera de dos partes)

Jesús Guerra

Hoy quiero recomendarles un libro para adolescentes, más o menos de los 12 años en adelante, llamado El tejón de la barca y otras historias, de la escritora inglesa Janni Howker. El libro está compuesto por tres cuentos. El primero es el que le da el título al volumen: «El tejón de la barca», el segundo se llama «Reicker», y el tercero «El granjero».

Como es lógico, comienzo platicándoles un poco del primero: Helen Fisher es una joven de unos 12 años, que se ha pasado el día entregando unas cajas con frutas de regalo de parte de su escuela a varios ancianos pensionados. Se trata de una tradición campestre, y los regalos son por el festival de la cosecha. La última anciana que le toca visitar es la señorita Brady, quien vive en una barca atracada en el canal del pueblo. Esto ya de entrada es extraño para Helen, que alguien viva en una barca, pero más que se trate de una anciana. Cuando llega, desde afuera de la barca sólo ve un brazo y la mano de la mujer aventándole migajas de pan a un cisne que nada en el canal, un cisne al que llama Cisco. Helen aborda la barca y toca la puerta. Cuando le abren, le explica a la mujer a lo que ha ido y la señorita Brady la deja pasar.

Helen ve que la mujer tiene una pierna vendada, la cual reposa sobre un rollo de cuerda. La anciana no es como las otras personas a las que Helen visitó ese día. Los seis ancianos anteriores que visitó esa tarde aunque se la pasaron hablando de sus achaques, se portaron muy bien con ella, le ofrecieron una taza de té y le mostraron fotos de sus nietos. Pero la señorita Brady evidentemente es diferente: le pide a Helen —más como una orden que como un favor— que ponga a calentar el agua y le prepare un té. Mientras lo hace, Helen ve un par de cojines despedazados en el piso de una de las dos recámaras de la barca, y en el piso de lo que parece la sala, es decir la entrada de la vivienda, también en el piso, están dos platos, uno con leche y otro, asqueroso, con hígado crudo y lombrices vivas.

No le cae muy bien la anciana, y siente que a la anciana ella tampoco le ha caído bien. Sin embargo, cuando ya Helen se va, sólo por cortesía le pregunta a la señorita Brady si se le ofrece algo para después. No espera que la anciana acepte su ofrecimiento, y lo que le pide para el día siguiente es media cubeta de lombrices.

Helen regresa a su casa, aunque la verdad no tiene ganas de estar ahí. Su mamá y su papá, aunque son muy buenas personas, ahora se la pasan muy callados, y Helen odia ese silencio que se ha apoderado de su casa y de su familia. Lo que sucede es que sus papás están de luto, tristísimos, porque Peter, el hermano mayor de Helen, un muchacho que iba a la preparatoria, se mató en un accidente de moto. Y aunque ya ha pasado un tiempo sus papás no han podido superar su muerte. Claro que es un suceso trágico, pero la tristeza de sus padres es tan fuerte que ahora Helen siente que no le hacen caso a ella.

Cuando al día siguiente va Helen a llevarle las lombrices a la señorita Brady, se entera para qué las quiere. Resulta que la mujer salvó de ahogarse en el canal a un cachorro de tejón algunos meses antes, un tejón al que le puso de nombre «Tacho el Temible», y esas lombrices son parte de los alimentos del animal. Pero desgraciadamente la señorita Brady tendrá que ingresar al hospital en unos días más, y como el tejón ya ha crecido, ella le pidió a una persona que fuera por Tacho para que lo lleve a una reserva natural. Helen se ofrece a cuidarlo, pero la señorita Brady le responde que eso no es posible, que los tejones no son mascotas y que pueden ser animales muy peligrosos.

A Helen le encanta el tejón, y le pide de favor a la señorita Brady que le permita llevar a sus papás a la barca, esa misma noche, para que puedan ver al tejón. La anciana le dice que sí. Así que esa noche los papás de Helen van con ella hasta la barca del canal a ver al tejón, que los deja sorprendidos (entre otras cosas, porque nunca habían visto uno), y además a los papás de Helen les cae de maravilla la señorta Brady, por su lenguaje, su humor y su vitalidad, a pesar de que parece estar enojada todo el tiempo. Y cuando la anciana ingresa al hospital, los papás de Helen le dan permiso para que vaya a visitarla. Así nace una amistad poco común, quizá no a pesar de, sino gracias a su diferencia de edades, una relación interesantísima de amistad y complicidad que tiene repercusiones más allá de ellas mismas. Está claro que los jóvenes tienen mucho que aprender de las personas mayores y que, al mismo tiempo, los jóvenes pueden aportarles mucho a los adultos y en especial a los ancianos.

No les he contado todo, por supuesto. Si quieren saber cómo se desarrolla esta amistad entre Helen y la señorita Brady, tienen que leer este cuento delicioso, así como los otros dos relatos que conforman este libro, y que estoy seguro les van a gustar muchísimo y además les van a enseñar algunas cosas importantes.

La autora, Janni Howker, es una escritora británica, que ha recibido varios premios por sus novelas y cuentos para niños y jóvenes. Ha trabajado también en la adaptación de algunas de sus obras para el cine y la televisión. En el Fondo de Cultura Económica, en donde está publicado este libro, hay otros dos libros de ella: Isaac Campion y El jardín de las figuras.

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El tejón de la barca y otras historias. Janni Howker. Traducción de Juan Elías Tovar Cross. Ilustraciones de Tania Janco. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento. Clasificación: Para los grandes lectores. 160 págs.