martes, 24 de febrero de 2015

Olalla y El diablo de la botella, de Robert Louis Stevenson





Olalla y El diablo de la botella
de Robert Louis Stevenson

Jesús Guerra

Recientemente les recomendé en este blog la novela de aventuras La isla del tesoro y los cuentos «Los ladrones de cadáveres» y «Markheim», del extraordinario escritor escocés Robert Louis Stevenson (1850-1894). En esta ocasión les recomiendo otros dos cuentos: «El diablo de la botella» y «Olalla».


«El diablo de la botella» se publicó por primera vez en revistas de Estados Unidos y de Inglaterra en el año de 1891. El personaje central de este cuento es un hombre al quien el narrador llama Keawe, aunque aclara que ese no es su verdadero nombre. Keawe vive en la isla de Hawai y un día decide salir a conocer el mundo, así que se embarca para San Francisco. Ahí, paseando, llega a un sector de casas muy bellas y sumamente caras, y al admirar una de ellas se da cuenta que en el interior se encuentra un hombre que se ve muy triste y preocupado, lo cual le parece extraño pues piensa que si él tuviera una casa así, sería un hombre feliz.

El hombre también ve a Keawe y lo invita a pasar. Le muestra la casa y platican. Finalmente, el hombre le cuenta cómo llegó a tener esa casa y todo el dinero que tiene. Se debe a una botella en la que se encuentra un diablo. Ese diablo le cumple los deseos a quien posea la botella, pero tiene un peligro enorme: si el dueño de la botella muere, queda automáticamente condenado al infierno. Y además de ese peligro, para deshacerse de la botella hay varias reglas imposibles de romper. La primera es que es necesario que alguien la compre y lo haga con dinero acuñado, es decir con monedas reales. Si el dueño simplemente deja la botella en alguna parte, la botella mágicamente vuelve a la persona. Segundo, siempre se debe de vender la botella a un precio inferior al que fue adquirida. Además, la botella no puede ser destruida.


Keawe pregunta si puede intentar romperla. Lo intenta, y aunque evidentemente es de vidrio, no se rompe. Es blanca, y sólo se aprecia una especie de niebla de colores en el interior, en perpetuo movimiento. A Keawe no le parece mala la idea de comprarla pues de ser cierto lo que el hombre le dice, él también podría tener una casa grande y bella en su país. El hombre le dice que la botella antes se vendía por millones de dólares, pero que el precio, por esa regla de la venta a un precio inferior, ha ido bajando. Le pregunta a Keawe cuánto dinero trae, y él dice que sólo 50 dólares. Así Keawe adquiere la botella por esa suma. Keawe hace pruebas. Primero pide recuperar sus 50 dólares, lo cual sucede de manera instantánea. Luego intenta abandonar la botella en la calle, pero al doblar la esquina la botella está ya en la bolsa de su saco. Así, comprueba que los poderes son reales.

Piensa entonces en la casa que le gustaría tener en su pueblo, y se embarca de inmediato de regreso. Al llegar se entera que un tío y un primo suyos murieron hace poco tiempo en un accidente, y que su tío le dejó a él un gran terreno y mucho dinero. No le gusta la manera en que ese dinero llegó a sus manos pero no puede hacer nada para remediarlo. Así que manda construir la casa de sus sueños. Un amigo suyo a quien le cuenta todo le dice que él le comprará la botella porque quiere un barco, pero que de inmediato la venderá. De esta manera, la botella sale de la vida de Keawe. Y él está contento. Hasta que se enamora de una joven guapa y dulce y decide casarse con ella. Pero por esos días se da cuenta de que se ha enfermado de lepra, y como no quiere perder a su amada, decide rastrear de nuevo la botella. La busca y la busca, y cuando por fin la encuentra se topa con un problema muy serio: al pasar de dueño en dueño, el valor de la botella ha disminuido tanto que es ahora de tan sólo tres centavos, así que si él quisiera venderla después, costaría tan sólo dos centavos, y a quien pagara por ella le sería imposible deshacerse de la botella porque ya nadie se la compraría... pero Keawe está enamorado. Ya no les puedo contar más. Sólo les puedo recomendar que busquen este importantísimo cuento de Robert Louis Stevenson, lo lean y lo disfruten.


El otro relato de Stevenson que les recomiendo es «Olalla», el cual fue publicado en una revista en 1885, y en libro en 1887. El relato está ubicado en España en los años de la Guerra Peninsular, una guerra en la que se aliaron España, Portugal e Inglaterra para luchar contra la Francia de Napoleón. Un soldado inglés, del que nunca sabemos el nombre, está herido en un hospital español y, por sugerencia del médico, busca hospedarse en algún sitio de las montañas mientras se repone. Le consiguen alojamiento en una mansión antigua y parcialmente en ruinas propiedad de una familia española en decadencia. La familia, compuesta sólo por la madre, la hija (llamada Olalla) y el hijo (Felipe), acepta darle alojamiento pagado, con la extraña condición de que no busque relacionarse con ninguno de los tres. Sin embargo como Felipe es quien va a recoger al soldado y narrador de la historia, comienza a establecerse una especie de relación amistosa entre ambos, aunque en realidad Felipe es un joven mentalmente lento y tiene ciertas actitudes extrañas.

Con el paso de los días, el soldado también establece un cierto contacto con la madre de la familia, pues la mujer tiene la costumbre de recostarse a tomar el sol en uno de los patios de la casona. El solado, al salir a caminar, la saluda. A veces hablan un poco más, pero al soldado le inquieta la mujer pues siente que los ojos de la señora no muestran sino un vacío de comprensión.

Una noche despiertan al soldado unos gritos espantosos provenientes de la parte principal de la mansión. Al principio no sabe si son gritos humanos o de algún animal salvaje. Y cuando trata de salir de su habitación para averiguar qué sucede se da cuenta de que ha sido encerrado.


Olalla, la hermana de Felipe, es la última a la que conoce, y cuando la ve se queda prendado de ella, le parece una mujer tan hermosa que se enamora de inmediato. Sin embargo, Olalla es muy callada y al parecer una mujer extremadamente religiosa. El soldado no sabe qué hacer. Un día, finalmente, habla con Olalla, pero ella le dice que lo mejor es que él se vaya de ahí. Olalla lo que intenta es evitar que suceda lo que evidentemente sucede después y que no les contaré.

Como he señalado, los cuentos de Robert Louis Stevenson pueden conseguirse en una gran cantidad de libros, a veces uno solo, en otras ocasiones varios cuentos en un volumen, sin embargo hoy les recomiendo un libro que les permitirá tener y leer todos los relatos de este escritor. Se llama, obviamente, Cuentos completos de Robert Luis Stevenson, y la edición cuenta con unas ilustraciones sensacionales de Alexander Jansson. Está publicado por la Editorial Mondadori, del grupo Penguin Random-House y tiene casi mil páginas. Hay que señalar que existe también la versión electrónica de este libro, más económica, y se puede encontrar en diversas librerías digitales, entre ellas iBooks —para leer en iPods, iPhones, iPads y computadoras Mac—, y en Google Play, para leer en computadoras con Windows, Chromebooks, tablets y teléfonos con sistema Android.

Este libro de los Cuentos completos contiene los siguientes relatos:
* El club de los suicidas
* El diamante del Rajá
* El pabellón de las dunas
* Un sitio donde pasar la noche
* La puerta del señor de Malétroit
* La providencia y la guitarra
* Los juerguistas
* Will el del molino
* Markheim
* Janet la contrahecha
* Olalla
* El tesoro de Franchard
* La playa de Falesá
* El diablo de la botella
* La isla de las voces
* Una vieja canción
* Historia de una mentira
* El ladrón de cadáveres
* Las desventuras de John Nicholson, y
* El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (que yo consideraría más bien una novela corta).

Estamos hablando de 20 cuentos estupendos de muy diversas extensiones, toda la narrativa breve de Stevenson en un solo volumen, que de verdad me parece fundamental para cualquier lector, y en particular para los lectores jóvenes.

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Cuentos completos (edición ilustrada por Alexander Jansson). Robert Louis Stevenson. Traducción de Miguel Temprano García. Editorial Mondadori. 2011. 960 págs.




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