martes, 22 de agosto de 2017

Familias familiares, de Vivian Mansour




Familias familiares
de Vivian Mansour

Jesús Guerra

Hoy les recomiendo un libro infantil que me ha parecido muy interesante y, además, muy divertido, como divertidos e interesantes me parecen los libros que he leído de su autora. El libro que les recomiendo se llama Familias familiares y su autora es la mexicana Vivian Mansour. Otros de sus libros que he recomendado aquí son La excepción de la regla, La mala del cuento y El Enmascarado de Lata. Y ha escrito también algunos libros que aún no he leído, pero que estoy buscando para leerlos lo más pronto posible, como El peinado de la tía Chofi, ¡Fuiste tú!, La decisión de Ricardo, Lotería de piratas y Libros imposibles.

El narrador de esta historia es un chavo de primaria, cuyo nombre nunca sabemos, el cual está convencido de que su familia es particularmente rara. Y cuando nos comienza a hablar de ella, no podemos sino darle la razón. El libro comienza así:

«Yo no puedo afirmar que somos una familia de tantas. De que somos raros, lo somos. Claro que de lejitos y sin platicar mucho parecemos una familia normal».

Y entonces comienza a describirnos a los miembros de su familia:

«Mi papá tiene que tener todo bajo control. Es previsor hasta el límite de lo posible: paga sus impuestos el primer día que abren las oficinas. Compra artículos repetidos por si se rompen o extravían. Por eso tenemos un cuarto lleno de cajas de clips, de decenas de cámaras fotográficas, varios medidores de pulso y unos doce tinacos nuevecitos, sin desempacar».

Luego nos presenta a su mamá:

«Mi mamá es un poco despistada: te puede ofrecer jugo de naranja y huevos revueltos por la noche, y un bistec con un martini a las siete de la mañana. Es tan distraída que se pierde en su propia casa. Hay que hacerle mapas para que vaya de una recámara a otra».

Más adelante nos dice:

«Mi hermana, aunque es muy guapa, siempre está de mal humor. [...] Cuando mis amigos hablan por teléfono, ella les gruñe y, claro, ellos cuelgan».

Y luego nos cuenta de otro miembro de su maravillosa familia:

«Mi abuela es la ancianita más tierna y dulce... siempre y cuando al platicar con ella no uses palabras que tengan la vocal 'e'. Como supondrán, es muy difícil evitar decir palabras con 'e', y si uno se equivoca, ella se tira al piso y hace una pataleta tremenda, rompe cosas y echa baba por la boca. Después, se cubre con un sudario —es como una sábana con la que cubren a los muertos, que tiene siempre guardada y planchada en un cajón— y se hace la muerta durante dos días».

Está claro que la familia de este niño es algo peculiar, ¿verdad? Las cosas son llevaderas porque lo que hace este niño es que nunca lleva amigos a su casa, ni permite que nadie se entere quiénes son sus familiares. Pero este método deja de funcionar un día que una de sus maestras decide hacer una especie de reunión de los alumnos y sus familias para que todos convivan, y hasta prepara algunos concursos sorpresa.

Pasada esta experiencia, que está de más decir que horrenda para el narrador, éste decide buscarse otra familia. Al llegar las vacaciones de verano, les dice a sus papás que irá a un campamento de dos meses con algunos de sus amigos, y se va a la casa de Lorenzo, su mejor amigo. Le dice a su amigo que estará ahí en lo que busca una familia que le vaya mejor, pero en realidad está evaluando a la familia de Lorenzo. Los papás de su amigo, que tienen mucho dinero, son bastante simpáticos y todo parece ir bien, hasta que comienza a darse cuenta de que también ellos tienen sus peculiaridades. (Claro que no les voy a hablar de ellas, para que las descubran cuando lean el libro. Se van a reír muchísimo.)

El caso es que después de un par de semanas, se da cuenta que, aunque son buenas personas, tampoco son su familia ideal. Se despide de su amigo y se va por ahí, sin un rumbo fijo. Así, encuentra a un pepenador —una de esas personas que seleccionan objetos de la basura, que para ellos son útiles— y luego de platicarle sus problemas se va con este hombre a ver cómo es su familia. Y luego se va a investigar otra familia... Y así siguen las aventuras de este niño, pero ya no les puedo contar más.

Invito a los niños, a los papás de los niños y a los maestros de los niños a que lean este cuento, en primer lugar, porque se van a divertir en grande leyéndolo; en segundo, porque van a disfrutar mucho las espléndidas ilustraciones del libro, que son del artista plástico mexicano Juan Gedovius; y en tercero, porque de seguro les va a servir para reflexionar sobre este asunto de las familias. Y es que, sí, la verdad, todos en algún momento hemos estado muy molestos, o avergonzados, o sacados de onda por las características de nuestros familiares. Eso nos pasa a todos. Pero también los queremos, y antes de decidir simplemente cambiar de familia, hay algunos puntos que debemos tomar en cuenta... Si no me creen, lean este librito sensacional: Familias familiares.

La autora, Vivian Mansour, nació en la ciudad de México. Estudió Ciencias de la Comunicación. Desarrolló actividades en distintos medios como radio, televisión y revistas. Ha trabajado en el área creativa en diversas agencias de publicidad. Ha sido jurado en múltiples concursos de cuento infantil y colaborado en suplementos y revistas. Se ganó el Premio Castillo de la Lectura 2000 por La vida útil de Pillo Polilla. También el Premio A la Orilla del Viento 1997 por este librito que ahora comentamos, y el Premio FILIJ de Cuento para Niños 1995 por El peinado de la tía Chofi.*

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* Los datos de la autora los he tomado del Catálogo de escritores mexicanos, del Instituto Nacional de Bellas Artes y la Fundación para las Letras Mexicanas.

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Familias familiares. Vivian Mansour. Ilustraciones de Juan Gedovius. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Tiempo. (1a ed., 1999.) 13a reimpresión, 2017. 46 págs.






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