La casa imaginaria
de Pilar Mateos
Jesús Guerra
La casa imaginaria es un libro entre infantil y juvenil, digamos para lectores que
tienen de diez años en adelante (tan adelante que apuesto a que lo disfrutarán
muchísimo los jóvenes de 65, 70 o 90 años), o, como lo clasifica el Fondo de
Cultura Económica, «Para los que leen bien», que es una de las clasificaciones
de la colección A la Orilla del Viento, a la que pertenece este volumen. Es un
libro que se publicó por primera vez en 1994 y que ha tenido hasta el momento
15 reimpresiones, la más reciente del año pasado, así que se trata de un
librito que se consigue con facilidad.
Esta narración es obra de la escritora española Pilar
Mateos, nacida en la ciudad de Valladolid en 1942, o sea que cuando publicó
este libro tenía 52 años, y ahora tiene 75. Ha sido una autora prolífica y
aunque es conocida sobre todo por sus libros para niños y para jóvenes, ha
escrito también novelas, obras de teatro, teatro para radio y guiones para
televisión, y su obra, además de España y América Latina, es conocida en otras
regiones y otras lenguas del planeta pues algunos de sus libros han sido
traducidos a idiomas como el coreano, el chino, al árabe, el italiano, el
francés, el portugués, el alemán, el inglés, y otros más.
La casa imaginaria es un relato de verdad sorprendente, en primer lugar, por su
argumento; en segundo, por su lenguaje —sencillo y comprensible, pero con un
aire poético que hace que su lectura sea deliciosa—, y en tercer lugar, por su
gran imaginación, cosa que, bien mirado, nos lo advierte la autora desde el
título: La casa imaginaria... Una casa imaginaria que es, también, la
casa de la imaginación.
La narradora es una niña de unos 10 años llamada Claudia,
y ella dice que además de la casa en la que habita con sus papás y con su
hermano, vive también en una casa imaginaria. Sus papás no entienden muy bien a
lo que se refiere con esto y su hermano mayor la regaña diciéndole que las
casas imaginarias no existen. La que sí le cree es su nueva amiga, Valentina,
una chica africana que acaba de entrar a su escuela.
Portada de la primera edición |
Aparentemente no pueden ser más diferentes las dos
jovencitas: Claudia es retraída y tímida (lo que por otra parte la ayuda a
tener eso que llamamos «una gran imaginación»), y Valentina, que es más alta,
más ágil y parece no tenerle miedo a nadie. Pero las dos niñas establecen una
inmediata conexión amistosa, quizá porque ambas están algo solas. Claudia
porque está en ese punto en su vida en que le da miedo crecer y siente que a su
alrededor todo cambia, incluida la relación que tiene con sus padres y la que
tiene con su hermano mayor, quien, dice ella, ya no es tan cariñoso como
antes... Y Valentina porque es una inmigrante africana en España, y su familia
es muy pobre, y su papá, que es un pintor de mucho talento, no tiene dinero
para comprar telas en dónde pintar.
Evidentemente, las dos niñas, o más bien las dos
jovencitas, tienen otra cosa en común: una imaginación muy activa. Valentina,
por ejemplo, ha decidido cumplir años de dos en dos, es decir, celebrar
doble-cumpleaños, y planea pasar de los 10 a los 12, y luego a los 14, para
poder sacar su permiso de manejo antes que su hermano mayor... Ella, al
contrario de su amiga, está desesperada por crecer. Y al llegar su
doble-cumpleaños prefiere pasarlo con su amiga Claudia, la cual recientemente
le reveló el secreto de su casa imaginaria, así que, sin invitación, le dice a
su amiga que quiere ir con ella a conocer su casa imaginaria para celebrar su
fiesta entre las dos.
En un primer momento, Claudia no está muy convencida de la
propuesta, pues sabe que las casas imaginarias son más bien de uso personal,
pero finalmente decide llevar a Valentina con ella. Entran a la buhardilla de
Claudia, y en un principio Valentina se siente decepcionada: ve una buhardilla
medio oscura, con el piso un tanto roto y las cosas en desorden, y en el
pequeño refrigerador no encuentra nieve de diversos sabores sino únicamente dos
pequeños pedazos de queso. Y es que Valentina aún no entiende que es ella quien
debe mirar de manera diferente para poder ver lo que Claudia ve ahí... Entonces
Valentina encuentra una puerta, una puerta que siempre ha estado cerrada y para
la que Claudia nunca ha encontrado la llave. Pero Valentina decide que deben
entrar porque es ahí en donde deben de estar las maravillas de esa casa
imaginaria.
Valentina, con una energía que sorprende a Claudia, se
pone a buscar por todas partes, hasta que encuentra un llavero con tres llaves
que a primera vista parecen idénticas. Prueban con la primera llave y la puerta
se abre... Y por supuesto, aunque tengo muchas ganas de contarles qué es lo que
encuentran al otro lado de esa puerta, no se los puedo decir, porque es
imprescindible que sean ustedes mismos quienes lo descubran al leer este relato
extraordinario, imaginativo, mágico, tierno y también muy divertido. ¿Quieren
entrar a La casa imaginaria?
. . . . . . . . . . . . . . .
La casa imaginaria. Pilar Mateos. Fondo de Cultura
Económica, colección A la Orilla del Viento. Ilustraciones de Mauricio Gómez
Morin. Clasificado «Para los que leen bien». 80 págs.
muy pesimo
ResponderEliminarmuy buenoo
EliminarEs muy bkn
EliminarMe encanta este libro lo recomiendo
Eliminarmuy bueno
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