Jirafa africana
de Megumi Iwasa
Jesús Guerra
Jirafa africana es un libro para niños que, la verdad, me parece una maravilla. Su
autora es la japonesa Megumi Iwasa, quien nació en el año de 1958, y vive en la
ciudad de Tama, en la provincia de Tokio. Las ilustraciones, espléndidas, son
de un artista, también japonés, llamado Jun Takabatake, nacido en 1948. Este
libro se publicó en Japón en el año 2001 y la primera edición en español se publicó
diez años después, en 2011, en el Fondo de Cultura Económica, en su colección A
la Orilla del Viento y, afortunadamente para nosotros, ha seguido
reimprimiéndose —la cuarta reimpresión en nuestro idioma se realizó el año
pasado—, así que es una obra que se consigue con facilidad. Ojalá que fuera
leída en todas partes y por la mayor cantidad de niños, jóvenes y adultos
posible, pues es una obra encantadora, tierna y, al mismo tiempo,
divertidísima, escrita con un humor deslumbrante.
Y ahora les platico, más o menos, de qué trata este libro,
para que inmediatamente después, si quieren hacerse un favor a ustedes mismos y
a sus hijos (o a ustedes mismos y a sus padres), corran a una librería a
comprar esta obra maravillosa.
Una jirafa que vivía en una sabana africana aparentemente
lo tenía todo: un cielo azul, un calor delicioso, muchos árboles con altas
hojas para comer todo cuanto quisiera... pero la verdad es que se sentía sola
y, sobre todo, se sentía aburrida. Sus días eran todos iguales, no pasaba nada
interesante a su alrededor... Y por lo visto no era la única en sentirse así,
pues un día vio un letrero colgado de un árbol en donde un pelícano ofrecía sus
servicios como mensajero, y lo firmaba como «El pelícano aburrido».
Esto le dio una idea a la jirafa: escribiría una carta...
¿pero para quién? Esta pregunta no iba a desalentar a la jirafa, la cual
escribió su carta y fue con el pelícano para que la llevara. El pelícano
preguntó a quién debía entregarla, y la jirafa respondió que se la entregara al
primer animal que viera más allá del horizonte. Y que por favor le pidiera una
respuesta.
Al pelícano le pareció que el horizonte estaba muy cerca
así que prometió regresar antes del anochecer, pero regresó hasta la tarde del
día siguiente, y llegó, cansadísimo, diciendo que el horizonte estaba bastante
más lejos de lo que parecía desde ahí.
La jirafa ya no estaba aburrida. Se había pasado el día
anterior y buena parte de ese mismo día esperando el regreso del pelícano con
su respuesta. Le preguntó a quién se la había entregado. Y el pelícano no sabía
muy bien, porque al primer animal que vio más allá del horizonte fue a uno que
dijo ser una foca, pero la foca era el cartero de esa región, así que no vio a
quién le entregó la carta la foca...
Resultó que la foca le entregó la carta al único animal
que mandaba y recibía cartas en esa parte del mundo: un pingüino que se
carteaba con sus padres y con su novia, y que de momento no vivía en la Isla de
los Pingüinos porque estaba estudiando en el Cabo de las Ballenas, con la
última ballena que vivía por ahí, que era muy vieja y muy grande, y que era
conocida como el profesor ballena.
El pingüino recibió encantado la carta, la cual dice así:
«Esta carta es para ti, que vives más allá del horizonte. Yo soy una jirafa y
vivo en África. Soy famosa por mi largo cuello. Y ahora, tú cuéntame algo de
ti. Tu amiga, la jirafa africana».
El pingüino sabe que debe escribir una respuesta, pero se
siente confundido con aquella carta. ¿Qué es el cuello? ¿Él tiene cuello? ¿El
profesor ballena tiene cuello? ¿Cuál es?
Luego de una escena muy divertida entre el pingüino y la
ballena (que no les platico para que ustedes la disfruten en el libro), el
pingüino quedó más confundido aún. Y escribió su respuesta: «Hola, querida jirafa:
Yo soy el pingüino y vivo en el Cabo de las Ballenas. Por tu carta me he
enterado de que hay una cosa que se llama «cuello». ¿Será que yo no tengo
cuello? ¿O será que todo mi cuerpo es un cuello? Tu amigo, el pingüino del Cabo
de las Ballenas».
Y por el estilo son el resto de las cartas que se van
intercambiando la jirafa y el pingüino. Ya podrán imaginarse ustedes, las cosas
que imaginaban estos amigos-por-carta del aspecto que tenían uno y otro. Los
enredos aumentan. Y, para terminar de complicar las cosas, la jirafa decide un
día ir a visitar a su amigo el pingüino, disfrazado de pingüino... es decir,
disfrazado de lo que él imagina que es un pingüino.
Me reí muchísimo con las cartas y con las conversaciones
de estos animales. Es un cuento delicioso. Y me encantaron las maravillosas
ilustraciones que acompañan al texto de este cuento, el cual les recomiendo
mucho, mucho, mucho.
. . . . . . . . . . . . . . .
Jirafa africana. Megumi Iwasa. Ilustraciones de Jun
Takabatake. Traducción de Javier de Esteban. Fondo de Cultura Económica,
colección A la Orilla del Viento. Está clasificado «Para los que empiezan a
leer». 72 págs.
Es un libro encantador, mi esposo me lo regalo antes de que fueramos bendecidos con nuestras hijas. Lo hemos leído dos veces y mis hijas han recibido correspondencia de mas alla del horizonte, del profesor ballena y ellas contestan siempre a sus cartas. Realmente aparte de disfrutar el libro. Me ha servido para estimular su lectura y escritura. Nos encanta. Mil gracias
ResponderEliminar¡ohhhhhhhhhhh!
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