lunes, 15 de agosto de 2016

Un viejo gato gris mirando por la ventana, de Toño Malpica





Un viejo gato gris mirando por la ventana
Toño Malpica

Jesús Guerra

Este es un libro para niños grandes y para jóvenes, digamos que andan entre los 11 y los 14 años, más o menos, aunque esto no quiere decir, ni mucho menos, que no puedan leerlo personas más grandes. De hecho, me parece que es un muy libro para que lo lean también los papás de los niños, y obviamente también los profesores.

El libro —que de entrada me parece que tiene un nombre bellísimo— es de Toño Malpica, autor que nació en la ciudad de México en 1967. Es narrador, dramaturgo y músico. Ha publicado varios libros y ha obtenido reconocimientos como el Premio de Novela Breve Rosario Castellanos por La nena y el mar y el Premio Internacional de Literatura Infantil y Juvenil Norma. De él ya comenté aquí, hace muuuuuchas semanas, el segundo libro de su saga de terror para jóvenes El Libro de los Héroes, compuesta hasta el momento por cuatro novelas: Siete esqueletos decapitados (que se publicó en 2009), Nocturno Belfegor (de 2011), El llamado de la estirpe (de 2013), y El destino y la espada que se publicó este año; los cuatro están en la editorial Océano-Travesía, en su colección El Lado Oscuro. Toño Malpica tiene aproximadamente 46 libros de narrativa, y más de una docena de obras de teatro infantil. Y ha recibido alrededor de 20 premios literarios. (También puedes leer aquí una entrevista con Toño Malpica.)

Pero volvamos al libro Un viejo gato gris mirando por la ventana. El personaje central es Mario Balaustrada, un niño de entre 11 y 13 años de edad que es bastante más inteligente y más sensible de los normal. Vive con su papá, Raúl; su mamá, Luisa; y su hermanita, que es aún una bebé. La historia la cuenta el abuelo paterno de Mario, el cual tiene una característica muy interesante, pero que no se las voy a decir para que la descubran ustedes mismos al leer el libro.

Hay que decir que la familia de Mario tiene mucho dinero, pues su papá es un importante hombre de negocios, pero se la pasa hablando por celular, enviando mails, viajando a todas partes del mundo y haciendo corajes. La mamá se la pasa en el teléfono, arreglándose y en salones de belleza. A su hermanita la cuida una nana. Y a Mario lo lleva a la escuela el chofer y también va por él.

Mario, que es muy observador y, como ya apunté, muy inteligente y sensible, se ha dado cuenta durante las últimas semanas, que siempre que les toca detenerse en el semáforo de un determinado crucero, les limpia los vidrios del carro un limpiaparabrisas que siempre está muy sonriente. Un día no puede más con la curiosidad y se baja del carro a preguntarle al hombre por qué siempre está sonriendo. El hombre, que anda por los 28 años de edad, se saca de onda con la pregunta del chavo, pero luego de platicar un poco más se ponen de acuerdo. Durante varios días, Mario lo va a invitar a comer en un restaurantito que está por ahí, para poder entrevistarlo.

Lo que sucede es que Mario está convencido de que ese hombre, que se llama Manuel, es el hombre más feliz que ha conocido. Y le sorprende porque es un hombre que no tiene estudios —nada más allá de la primaria—, no tiene dinero, no tiene ambiciones y no tiene grandes logros personales. Entonces, ¿por qué es un hombre feliz? El limpiaparabrisas no se lo puede decir, pues ni siquiera está conciente de ser particularmente feliz, pero eso es algo que Mario nota. Por eso, Mario tiene que preparar muy bien su cuestionario. Pero después de la entrevista aún no ha podido deducir la clave de la felicidad de Manuel.

Prepara muy bien su trabajo sobre Mario, con fotos, las respuestas de las entrevistas, gráficas y toda la cosa, y toma una decisión. Una mañana le dice a su mamá que ya no va a ir a la escuela pues le parece una pérdida de tiempo. Entonces interviene su papá, y Mario quiere tener una conversación razonable, pero el papá simplemente no escucha a su hijo. Es un hombre que está acostumbrado a dar órdenes y a gritar y punto. Mario le da su estudio y le pide que lo lea, pero su papá dice que no tiene tiempo. Le pide que mire una página en particular, pero su papá insiste que está ocupadísimo. Sólo le ordena a su esposa que mande a Mario al psicólogo.

Las cosas no salieron como Mario esperaba y siente que no tiene otro remedio que irse de su casa, lo cual hace en la madrugada, luego de desconectar la alarma y de burlar la vigilancia del velador. Pero Mario no se va nomás porque sí ni por un berrinche, Mario tiene un propósito muy específico: está a la búsqueda de la clave de la felicidad. Él sabe que cada quien tiene que buscar por su cuenta, de manera personal, su propia felicidad, pero él quiere tener por lo menos una clave de acceso, una especie de base científica, porque no le cabe en la cabeza que sus papás, con todo lo que tienen, no sean felices, y Manuel, el sonriente limpiaparabrisas, sí lo sea.

Bueno, ya no les cuento más; los dejo que lean este libro espléndido de Toño Malpica, que descubran el secreto del abuelo, y que descubran la clave de la felicidad que encuentra Mario. Así, si es que no lo han hecho aún, pueden hacer también su propio balance y descubrir si son felices o si van por el camino correcto hacia su propia felicidad. Además, van a encontrar por qué el libro tiene el título que tiene. ¡No se lo pierdan por nada!

. . . . . . . . . . . . . . .

Un viejo gato gris mirando por la ventana. Toño Malpica. Ilustraciones de Alba Marina Rivera. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento. Clasificación «Para los grandes lectores». Primera edición y edición electrónica: 2014; primera reimpresión: 2016. 104 págs.

. . . . . . . . . . . . . . .

Aquí están también las ligas a:

* La reseña de Nocturno Belfegor:

* La entrevista a Toño Malpica:



No hay comentarios:

Publicar un comentario