Mambrú perdió la guerra
de Irene Vasco
Jesús Guerra
Muy probablemente no todos los niños ni los jóvenes de
esta época conozcan una canción tradicional llamada «Mambrú se fue a la
guerra», pero sus papás, sus abuelos y sus profesores casi de seguro la
recordarán. Si menciono esta canción infantil, cuya letra no tiene nada de
infantil, aunque sí su forma, es porque esta canción hay que tenerla en cuenta,
como un eco lejano, a la hora de leer el libro para niños y jóvenes que hoy les
recomiendo, Mambrú perdió la guerra.
Este libro es de Irene Vasco, una autora colombiana que ha
escrito más de 20 libros para niños y jóvenes, los cuales han sido publicados
por editoriales de prestigio, latinoamericanas y españolas, como Alfaguara, el
Fondo de Cultura Económica, Norma, Panamericana, Random House Mondadori y
Ediciones B, entre otras, y que también es promotora de la lectura,
articulista, conferencista, traductora del portugués y del francés, tallerista
y promotora del programa La Imprenta Manual para la preparación de escritores.
De hecho, hace ya un buen tiempo, recomendé aquí un
librito sensacional de esta autora llamado Las sombras de la escalera,
que ojalá hayan leído ya.
Pero volvamos a Mambrú perdió la guerra: el
personaje central es un jovencito colombiano de 13 años de edad llamado
Emiliano. Y es él quien narra la historia. Vive en una ciudad grande, con sus
papás, va a la escuela, tiene computadora y teléfono celular, le gustan los
videojuegos, leer y conectarse a Internet. Un día, mientras está en clase, unos
amigos de sus papás llegan a la escuela por él. Le dicen que sus papás tuvieron
que salir de viaje de urgencia y que ellos lo llevarán a la casa de su abuela,
que vive en el campo, muy cerca de un pueblito. Ya llevan una maleta para él. Y
cuando él les pide que pasen a su casa para recoger su celular y su
computadora, ellos le dicen que no hay tiempo. Todo es tan extraño que, si no fuera
porque Emiliano los conoce, podría pensarse que se trata de un secuestro.
Emiliano llega molesto a la casa de campo de su abuela. Al
paso de los días también comienza a cansarlo su abuela, a la que quiere mucho,
porque ella casi no lo deja ver la tele, y le insiste en que salga a jugar
afuera, y que se pasee en bicicleta, y además insiste en que vean juntos un
viejísimo álbum de fotografías amarillentas de personas desconocidas para él,
pero que en realidad son parte de su familia paterna. Tíos, abuelos y parientes
anteriores. La abuela le dice que, en algún momento, cuando ella ya no esté, le
tocará a él conservar la memoria de su familia.
Desde que llegó a la casa de su abuela, el perro de la
casa, llamado Mambrú, no se le despega a Emiliano. Y eso a él lo pone feliz
porque le encantan los perros, pero como su papá es alérgico a esos animales,
nunca lo han dejado tener un perro en su casa. Pero Emiliano, aunque está
contento con su abuela y con Mambrú, se siente también triste porque no sabe
nada de sus papás, ni sabe cuándo volverán por él. Y cuando él le pregunta a su
abuela, ella le dice que no sabe y evade el tema.
Luego de unos días ahí, comienza a acompañar a su abuela
al pueblo cercano. Van en bicicleta y a Emiliano le da vergüenza que cuando
juega carreras de bicis con su abuela, ella le gana. Porque su abuela
definitivamente no es como las abuelas de los libros para niños. Su abuela es
moderna y fuerte. Cuando van al pueblo, asisten a una biblioteca, lo cual es
buenísimo para Emiliano, no sólo porque le gusta leer, sino porque puede usar
la computadora y conectarse a Internet. Mientras tanto, su abuela asiste, en el
segundo piso de la misma biblioteca, a unas juntas con campesinos.
Emiliano sabe, aunque nunca ha puesto demasiada atención a
eso, que sus papás trabajan para una asociación que ayuda a campesinos a
defender sus tierras de grandes compañías que se las quieren arrebatar. Cuando,
estando en la biblioteca, Emiliano lee en un periódico que asesinaron a un
líder campesino, cuyo rostro reconoce pues lo ha visto en algunas juntas con
sus papás, sabe que algo no está bien, aunque no tiene toda la información
necesaria, ni quizá la edad para comprender exactamente lo que sucede. Pero le
da miedo pensar que eso, quizá, esté relacionado con la desaparición de sus
papás... Las cosas empeoran cuando una mañana, Emiliano se levanta y no
encuentra a su abuela en la casa...
Este cuento, mezcla de novela de misterio y realismo
social acerca de algunas inquietantes realidades latinoamericanas de nuestro
tiempo trata de la importancia de que a los niños y a los adolescentes se les
ayude a comprender la realidad de nuestro mundo y a no mantenerlos en el limbo.
En una entrevista que se le hizo a
la autora cuando apareció este libro en su primera edición en el año 2012, ella
dijo, entre otras cosas, lo siguiente: «Los niños son agredidos a diario por
las noticias que los medios divulgan sin fórmula de juicio, sin contexto, con
frecuencia de manera amarillista y morbosa. La violencia y la muerte están
presentes en los hogares, en las calles, en la mesa familiar. Suele suceder que
nadie se ocupa de explicar, de dialogar sobre estos inquietantes temas que
flotan como fantasmas en las mentes infantiles. La literatura permite entrar al
interior de un personaje con el que los niños pueden identificarse. [El libro] Mambrú
[perdió la guerra] intenta estructurar, explicar, poner en presente
dilemas morales y existenciales».
Como indiqué antes, este libro más que infantil, es para
jóvenes a partir de los 13 años de edad, aproximadamente. Es un libro
interesantísimo y muy importante. En el caso de los lectores más jóvenes,
valdría la pena que sus papás o sus maestros los ayudaran a entender esta obra,
sobre todo, como lo da a entender su autora en su entrevista, explicándoles el
contexto de esta historia.
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Mambrú perdió la guerra. Irene Vasco. Ilustraciones de
Daniel Rabanal. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento,
clasificación «Para los grandes lectores». 86 págs.
Este libro me gustó mucho, me recordó todas las batallas que debes de enfrentar desde muy joven sin decir mucho, Emiliano tuvo que confrontar un mundo totalmente desconocido, pues sus papás por protegerlo nunca le mencionaron a detalle su labor tan importante a nivel social. Soy promotora de lectura y está historia llegó a mis manos en plena pandemia.
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