miércoles, 6 de junio de 2018

Festín de muertos (1)





[Literatura Juvenil]

Festín de muertos
Antología de relatos mexicanos de zombis
(1)

Jesús Guerra

Festín de muertos. Antología de relatos mexicanos de zombis es un libro que, estoy seguro, le va a interesar a muchos lectores jóvenes, y también a los lectores, de cualquier edad, de literatura de terror. Es un libro, además, que tiene una característica que lo hace especial para nosotros, y para entenderlo basta con regresar al subtítulo de este volumen. El libro fue antologado por Raquel Castro y Rafael Villegas. Está publicado por la editorial Océano, en su colección El Lado Oscuro. La primera edición apareció en 2015, y para 2017 se publicó también en edición de bolsillo, en la serie Océano Express.

Este volumen, de 180 páginas, contiene una presentación breve pero bastante informativa, a cargo de los dos antologadores, en donde se nos dice el objetivo central del libro, hace un breve repaso de la historia de los zombis y su evolución tanto en el cine como en la literatura, y comenta los cuentos y a sus autores. Viene después la parte central del libro, compuesta de 18 cuentos de 18 escritores mexicanos, nacidos entre los años de 1966 y 1985. Es decir que para el momento que apareció este libro en su primera edición, en 2015, los autores más maduros tenían 49 años, y el más joven 30.

Los autores
Los autores incluidos en este volumen son los siguientes (están en orden alfabético, como en las fichas, y aparece, entre paréntesis, la ciudad y el año en que nacieron):

1. Jorge Luis Almaral (Culiacán, 1985)
2. Bernardo Fernández, Bef (Ciudad de México, 1972)
3. Jorge Luis Boone (Monclova, 1977)
4. Carlos Bustos (Guadalajara, 1968)
5. Karen Chacek (Ciudad de México, 1972)
6. Alberto Chimal (Toluca, 1970)
7. Gabriela Damián Miravete (Ciudad de México, 1979)
8. Omar Delgado (Ciudad de México, 1975)
9. Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972)
10. Cecilia Eudave (Guadalajara, 1968)
11. Ricardo Guzmán Wolffer (Ciudad de México, 1966)
12. Norma Lazo (Veracruz, 1966)
13. Édgar Adrián Mora (Tlatlauquitepec, 1976)
14. Joserra Ortiz (San Luis Potosí, 1981)
15. Antonio Ramos Revillas (Monterrey, 1977)
16. César Silva Márquez (Ciudad Juárez, 1974)
17. Arturo Vallejo (Ciudad de México, 1973)
18. José Luis Zárate (Puebla, 1966)

Los antologadores, los vuelvo a mencionar, son: Raquel Castro (Ciudad de México, 1976), y Rafael Villegas (Tepic, 1981).

Después de los relatos, el libro contiene, además, una sección de fichas biobibliográficas de los autores, y otra con fichas de los antolgadores. Me interesa, de manera especial, mencionar el objetivo central de este libro, así que transcribo unas líneas de la presentación:

«Ésta es una colección de historias sobre zombis (con zombis, alrededor de los zombis) escritas por autores mexicanos. ¿Por qué esas criaturas? No es porque sean personajes tan populares en la cultura pop actual... o mejor dicho, sí, es en parte por eso. Pero no porque nosotros, o los autores reunidos, quisiéramos hacer con ellos exactamente lo mismo que han hecho incontables escritores en múltiples cuentos, novelas, películas y cómics. De hecho deseábamos hacer algo diferente con esas criaturas incontenibles, sin identidad, perpetuamente hambrientas: queríamos apropiárnoslas».

He aquí la idea, el objetivo central: apropiarse de los zombis, ubicarlos en cuentos mexicanos, o, si se prefiere, mexicanizar a los zombis (pero no tropicalizarlos, que equivaldría a caricaturizarlos). Todos los cuentos reunidos en esta antología han sido escritos por autores mexicanos, y tratan, de una u otra manera, a los zombis. Ya con eso los relatos tienen derecho a estar aquí. Algunos de esos cuentos no logran del todo la mexicanización de estos monstruos, pues por características específicas de determinadas historias, los relatos están ubicados en el extranjero, aún si no se menciona en dónde transcurre la trama, y con personajes no mexicanos (aunque sí, claro, el punto de vista es mexicano). Otros de estos relatos cuentan historias que, si bien son originales, se encuentran dentro del campo de los tradicionales relatos de zombis, lo cual está bien pues hay que crear nuestra propia historia de estas criaturas. Y otros, en cambio, han logrado esta adaptación de manera tan original, que dichos relatos no podrían haber sido escritos más que por autores mexicanos. O sea que hay de todo.

Incluso hay un par de parodias de los relatos de zombis, y si bien es cierto que se trata de textos muy bien escritos y son bastante originales y divertidos, son los que, para mi gusto particular, están un poco fuera de lugar en este libro. No es que no me gusten las parodias, lo aclaro, pero las prefiero reunidas en su propio tomo, pues en un libro que pretende asustarnos, o por lo menos hacernos ver desde otra perspectiva a unas criaturas terroríficas, los relatos divertidos saltan en cuanto al tono. Pero eso es cuestión de gustos. Lo importante es que el libro es bastante bueno.



Historia y evolución de los zombis
Ahora permítanme hablarles un poco de la historia de los zombis en el cine y la literatura. Por supuesto que hay varios (muchos) sitios en Internet en donde los interesados en estos monstruos que ahora están de moda pueden leer sobre su historia y evolución, pero si quieren tener una visión rápida de esta información, es interesante leer el texto de presentación de esta antología mexicana de zombis. De una manera breve pero con buena información, los autores de este texto introductorio nos muestran un panorama general de este subgénero del terror.

Resulta que en 1915 los norteamericanos ocuparon Haití, y ahí permanecieron hasta 1934. Y en Haití tienen un personaje particular —producto del folclor, y esto debido a las mezclas culturales que han incorporado religiones provenientes de África, debido a los esclavos que fueron llevados a esas tierras—: el zombi. Pero el zombi de la cultura religiosa haitiana es, se supone, un muerto al que un brujo le practica un hechizo y lo revive, pero sin voluntad alguna, con la finalidad de que ese muerto viviente sea, de alguna manera, una especie de esclavo ya sea del propio brujo o de la persona que le pagó al brujo para que creara ese zombi.

Ese personaje del folclor de Haití pronto pasó a la cultura popular de los Estados Unidos gracias a un libro de 1929 llamado La isla mágica, de W. B. Seabrook, y a su parcial adaptación cinematográfica, de 1932, dirigida por Victor Halperin, llamada El zombi blanco.

Transcribo, a continuación, dos párrafos de la presentación del libro, pues son muy concisos e importantes. Dicen los autores:

«Por supuesto que el zombi moderno no es el del folclor haitiano, sino el nacido en la cultura estadounidense que tiene al cine como su medio de difusión más importante.

»Su aparición es abrupta y un poco accidentada: en la que hoy se considera su película inaugural, La noche de los muertos vivientes, de George A. Romero, de 1968, no se dice nunca la palabra zombi y tampoco aparecen muchas de sus características actuales, pues su autor no se inspiró directamente en el personaje caribeño, sino en el que aparece en la novela Soy Leyenda, de 1954, de Richard Matheson, que es una extraña especie de vampiro. Además, el aspecto visual de sus muertos vivientes, pálidos y ojerosos, se debe sobre todo al look de la tropa de fantasmas que aparece en la película de culto Carnaval de las almas, de 1962, de Herk Harvey». 

El texto sigue, pero yo me detengo aquí. Me parece que con esto se han mencionado los puntos fundamentales de la evolución del zombi como monstruo (y ahí están los títulos de libros y películas que son obligados para los verdaderos fans de este género). Y a partir de los últimos años del siglo 20, a medida que más obras con zombis se escriben y se filman, cada cuento, cada novela, cada novela gráfica, pero sobre todo cada película y, dentro de lo cinematográfico, cada serie de televisión, va aportando alguna característica nueva que va haciendo evolucionar más a estas criaturas aterradoras.

Los cuentos
Ahora comentaré cada uno de los cuentos —en varias entradas de este blog, para que no se intoxiquen de letras y zombis—. El primer cuento se llama «La otra noche de Tlatelolco». Su autor es Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972). Desde diversos puntos de vista se narra un incidente extraño sucedido en un momento extraño... Por una parte, un hombre se levanta en la calle, de noche, bajo la lluvia. No piensa. El narrador explica que este hombre no piensa, que es un autómata. Sigue impulsos. Camina y se va. Por otra parte, una chica, desesperada, busca a su novio. Y desde una tercera perspectiva, leemos unos reportes secretos. Uno relata el extraño despertar de varios cadáveres. Uno de ellos mordió a una persona en un brazo. Se presenta también una cuarta perspectiva en esta historia: un fragmento de una entrevista con un antropólogo, que está recluido en un hospital para enfermos mentales, que dice saber la explicación de lo que sucede... Poco a poco los lectores vamos armando este rompecabezas y vamos comprendiendo lo sucedido.

Si ustedes buscan comentarios de este libro en Internet, se darán cuenta que hay, como con todas las obras de cualquiera de las ramas del arte, todo tipo de opiniones. Pero en términos generales, este primer cuento es de los que más gustan. A mí me parece interesante, aunque no estoy de acuerdo, digámoslo así, con algunas de las decisiones del autor. Como ya apunté, es cuestión de gustos y de perspectivas.

Espero que este libro les interese, que lo busquen y lo lean. Estoy seguro de que los va a sorprender.

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Festín de muertos. Antología de relatos mexicanos de zombis. Raquel Castro y Rafael Villegas (antologadores). Editorial Océano, colección El Lado Oscuro. También se consigue en edición de bolsillo, en la serie Océano Express. 180 págs.





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