El tejón de la barca y otras historias
de Janni Howker
(Primera de dos partes)
Jesús Guerra
Hoy quiero recomendarles un libro para adolescentes, más o
menos de los 12 años en adelante, llamado El tejón de la barca y otras
historias, de la escritora inglesa Janni Howker. El libro está compuesto por
tres cuentos. El primero es el que le da el título al volumen: «El tejón de la
barca», el segundo se llama «Reicker», y el tercero «El granjero».
Como es lógico, comienzo platicándoles un poco del
primero: Helen Fisher es una joven de unos 12 años, que se ha pasado el día
entregando unas cajas con frutas de regalo de parte de su escuela a varios
ancianos pensionados. Se trata de una tradición campestre, y los regalos son
por el festival de la cosecha. La última anciana que le toca visitar es la
señorita Brady, quien vive en una barca atracada en el canal del pueblo. Esto
ya de entrada es extraño para Helen, que alguien viva en una barca, pero más
que se trate de una anciana. Cuando llega, desde afuera de la barca sólo ve un
brazo y la mano de la mujer aventándole migajas de pan a un cisne que nada en
el canal, un cisne al que llama Cisco. Helen aborda la barca y toca la puerta.
Cuando le abren, le explica a la mujer a lo que ha ido y la señorita Brady la
deja pasar.
Helen ve que la mujer tiene una pierna vendada, la cual
reposa sobre un rollo de cuerda. La anciana no es como las otras personas a las
que Helen visitó ese día. Los seis ancianos anteriores que visitó esa tarde
aunque se la pasaron hablando de sus achaques, se portaron muy bien con ella,
le ofrecieron una taza de té y le mostraron fotos de sus nietos. Pero la señorita
Brady evidentemente es diferente: le pide a Helen —más como una orden que como
un favor— que ponga a calentar el agua y le prepare un té. Mientras lo hace,
Helen ve un par de cojines despedazados en el piso de una de las dos recámaras
de la barca, y en el piso de lo que parece la sala, es decir la entrada de la
vivienda, también en el piso, están dos platos, uno con leche y otro,
asqueroso, con hígado crudo y lombrices vivas.
No le cae muy bien la anciana, y siente que a la anciana
ella tampoco le ha caído bien. Sin embargo, cuando ya Helen se va, sólo por
cortesía le pregunta a la señorita Brady si se le ofrece algo para después. No
espera que la anciana acepte su ofrecimiento, y lo que le pide para el día
siguiente es media cubeta de lombrices.
Helen regresa a su casa, aunque la verdad no tiene ganas
de estar ahí. Su mamá y su papá, aunque son muy buenas personas, ahora se la
pasan muy callados, y Helen odia ese silencio que se ha apoderado de su casa y
de su familia. Lo que sucede es que sus papás están de luto, tristísimos,
porque Peter, el hermano mayor de Helen, un muchacho que iba a la preparatoria,
se mató en un accidente de moto. Y aunque ya ha pasado un tiempo sus papás no
han podido superar su muerte. Claro que es un suceso trágico, pero la tristeza
de sus padres es tan fuerte que ahora Helen siente que no le hacen caso a ella.
Cuando al día siguiente va Helen a llevarle las lombrices
a la señorita Brady, se entera para qué las quiere. Resulta que la mujer salvó
de ahogarse en el canal a un cachorro de tejón algunos meses antes, un tejón al
que le puso de nombre «Tacho el Temible», y esas lombrices son parte de los
alimentos del animal. Pero desgraciadamente la señorita Brady tendrá que
ingresar al hospital en unos días más, y como el tejón ya ha crecido, ella le
pidió a una persona que fuera por Tacho para que lo lleve a una reserva
natural. Helen se ofrece a cuidarlo, pero la señorita Brady le responde que eso
no es posible, que los tejones no son mascotas y que pueden ser animales muy
peligrosos.
A Helen le encanta el tejón, y le pide de favor a la
señorita Brady que le permita llevar a sus papás a la barca, esa misma noche,
para que puedan ver al tejón. La anciana le dice que sí. Así que esa noche los
papás de Helen van con ella hasta la barca del canal a ver al tejón, que los
deja sorprendidos (entre otras cosas, porque nunca habían visto uno), y además
a los papás de Helen les cae de maravilla la señorta Brady, por su lenguaje, su
humor y su vitalidad, a pesar de que parece estar enojada todo el tiempo. Y
cuando la anciana ingresa al hospital, los papás de Helen le dan permiso para
que vaya a visitarla. Así nace una amistad poco común, quizá no a pesar de,
sino gracias a su diferencia de edades, una relación interesantísima de amistad
y complicidad que tiene repercusiones más allá de ellas mismas. Está claro que
los jóvenes tienen mucho que aprender de las personas mayores y que, al mismo
tiempo, los jóvenes pueden aportarles mucho a los adultos y en especial a los
ancianos.
No les he contado todo, por supuesto. Si quieren saber
cómo se desarrolla esta amistad entre Helen y la señorita Brady, tienen que
leer este cuento delicioso, así como los otros dos relatos que conforman este
libro, y que estoy seguro les van a gustar muchísimo y además les van a enseñar
algunas cosas importantes.
La autora, Janni Howker, es una escritora británica, que
ha recibido varios premios por sus novelas y cuentos para niños y jóvenes. Ha
trabajado también en la adaptación de algunas de sus obras para el cine y la
televisión. En el Fondo de Cultura Económica, en donde está publicado este
libro, hay otros dos libros de ella: Isaac
Campion y El jardín de las figuras.
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El tejón de la barca y otras
historias.
Janni Howker. Traducción de Juan Elías Tovar Cross. Ilustraciones de Tania
Janco. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento.
Clasificación: Para los grandes lectores. 160 págs.
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