El hombre que fue un mapa
de
Ignacio Padilla
Jesús Guerra
El hombre que fue un mapa, de Ignacio
Padilla (1968-2016), debe de ser uno de los cuentos para niños (de unos 9 años en
adelante) más interesantes que se han escrito en México. Su argumento,
compuesto en realidad por varias historias entrelazadas, es complejo (pero no
complicado), inteligente y muy divertido. Sus historias están hechas con los
materiales de la aventura, a la que con enorme placer nos sumamos los lectores.
La
historia comienza en la antigüedad, «En tiempos del Gran Microbio Peritoneo,
Emperador de Todos los Guapos del Mundo», con un personaje llamado Hipotálamo
de Quimera, el cual obtuvo, en circunstancias muy particulares, un «regalo de
los Dioses», el cual quiso entregárselo al sabio Arquímedes, pero éste lo
despreció, acto con el que, sin saberlo, puso en marcha una serie de eventos
que tendrían repercusiones hasta nuestros días.
Cuando ya
Hipotálamo estaba muerto, pero debido a él, los habitantes del pueblo de
Quimera construyeron un enorme y complejísimo laberinto que, como todas las
grandes construcciones de esa época, desapareció en algún momento y su historia
se olvidó, pero no del todo pues se transformó en leyenda, la cual se fragmentó
y se ramificó a lo largo del tiempo. Algunas de esas leyendas se deben a un
personaje de vida azarosa llamado Bramagán Vorax.
Muchos
años después, en la Edad Media, los monjes de un monasterio compilaron todas
las leyendas relacionadas con el laberinto de Quimera, pero con el paso de los
siglos esta información también cayó en el olvido. Sin embargo, en nuestro
tiempo, un académico de Nueva Zelanda y una profesora de Islandia unen sus
vidas y sus conocimientos para buscar las ruinas de Quimera.
Yo sé que,
contado así, a saltos, la historia no parece tener mucho sentido, pero créanme
que sí lo tiene, sin embargo, si les contara más les echaría a perder la
lectura de este formidable cuento. Al leerlo entenderán, entre otras cosas, el
proceso de formación de las leyendas, y se van a divertir muchísimo. Vale la
pena que consulten las palabras que no conocen, incluidos los nombres de los
personajes y de los lugares mencionados.
Ignacio
Padilla escribió también Los papeles del dragón típico (1991), Las
tormentas del mar embotellado (1997), Por un tornillo (2009) y Todos
los osos son zurdos (2010).
Las
ilustraciones son de Rafael Barajas, mejor conocido como el Fisgón, y
son, como de costumbre, espléndidas.
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El hombre que fue un mapa. Ignacio
Padilla. Ilustraciones de Rafael Barajas, el Fisgón. Fondo de Cultura
Económica, colección A la Orilla del Viento. Clasificado «Para los grandes
lectores». 88 págs.
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