viernes, 16 de octubre de 2020

El deseo de Tomás, de Berta Hiriart

 


El deseo de Tomás

de Berta Hiriart

 

Jesús Guerra

 

Quien narra el relato es Anita, la hermana mayor de Tomás; ambos viven con sus papás en un departamento, y algunas cosas empiezan a cambiar cuando las vecinas del departamento del piso inferior se cambiar para irse a recorrer el mundo. Ese departamento, entonces, es ocupado por la academia de danza Rudolf Nureyev. Por supuesto, la mamá de Anita la inscribe de inmediato para que tome clases y a Anita si bien no la vuelven loca por lo menos la entretienen.

 

Desde que está la academia en su edificio, el departamento de Anita y Tomás se llena de música durante las mañanas y las tardes, y también de las voces de las maestras de danza dándoles instrucciones y motivación a sus alumnos. Anita se da cuenta que Tomás y Carlitos, el mejor amigo de su hermano, a veces espían las clases de danza, y luego en su departamento juegan burlonamente a tomar las posiciones de ballet e imitan a las maestras.

 

Ni a la mamá ni al papá de Anita y Tomás les molesta la música ni las voces que vienen de la academia de danza, de hecho, al papá le caen muy bien tanto los maestros como las alumnas, pues la mayoría pasan por su tienda de comestibles, La Sirena, para comprarle algunas cosas y le parecen todos muy amables. En cambio, al abuelo, es decir al papá del papá de Anita y Tomás, esas personas y la academia en sí le caen bastante mal, aunque la verdad, el abuelo siempre parece estar malhumorado.

 

Anita y Tomás quieren mucho a su abuelo, por supuesto, pero no les hace mucha gracias que siempre que va a merendar, lleva algunas películas caseras viejas (de ésas de colores desvaídos, sin sonido, que duraban tres minutos, en las que normalmente se veía a las personas saludando a la cámara), y ellos las tienen que ver también, a pesar de que ya les aburren. Pero al abuelo parecen divertirlo mucho.

 

Precisamente en una de esas películas ven, una tarde, una escena clave, en la que aparece su papá cuando tenía unos 10 años, la misma de Tomás, y su abuelo, que les permite comenzar a entender a su papá desde una perspectiva diferente.

 

Una de esas tardes, el motivo de la merienda es el cumpleaños número diez de Tomás, y después de que le cantan las mañanitas, prenden las velas del pastel y le dicen a Tomás que pida un deseo. Y cuando le piden que lo diga en voz alta, todos se quedan sorprendidos... Por supuesto, ya no les puedo contar nada más. Les aconsejo que lo lean pues estoy seguro de que les va a gustar muchísimo. A mí me gusta porque a pesar de ser muy breve es muy eficaz, es decir que en pocas páginas nos cuenta de manera estupenda una historia que nos permite darnos cuenta de que detrás de cada historia hay otra que hace más amplia y profunda a la primera. Las ilustraciones, de Guadalupe Sánchez, son buenísimas.

 

Berta Hiriart nació en la Ciudad de México. Escribe y dirige obras dramáticas, inventa relatos, incursiona en el ensayo y coordina talleres de escritura creativa. Ha publicado numerosos títulos, dirigidos a niños y jóvenes, o que abordan, para los adultos, asuntos relacionados con la infancia. Ha recibido diversos premios y algunos de sus libros han sido premiados y traducidos al inglés, al italiano, el alemán y el polaco. En El Naranjo ha publicado La Bienvenida, El Deseo de Tomás, ¿Jugamos al Teatro?, Primavera y Cachorros.

 

Guadalupe Sánchez nació en Córdoba, Veracruz, en 1955. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana y Diseño Gráfico en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, de la unam. Cursó animación con Ishu Patel, en 1996, y en 1999 estudió con David Brockurst en el Taller Experimental Dirección de Arte. Ha ganado varios premios en cine, video y animación.

 

. . . . . . . . . . . . . . .

 

El deseo de Tomás. Berta Hiriart. Ilustraciones de Guadalupe Sánchez Sosa. Ediciones El Naranjo, colección Mar de Cuentos (clasificación: Para lectores que empiezan. 1a. ed., 2004; 2a. ed., 2010). 40 págs. También se consigue en edición electrónica.

 

 

 


miércoles, 16 de septiembre de 2020

Los muertos andan en bici, de Christel Guczka



 


Los muertos andan en bici

de Christel Guczka


Jesús Guerra


El narrador es un niño que, cuando sea grande, quiere ser escritor. Forma parte de una familia un tanto extraña, por lo menos a los ojos de otras personas. Su mamá es fotógrafa y su papá es experto en anatomía, por lo que algunas de las piezas de su colección no son precisamente las que se encuentran en las colecciones de otras familias. También tiene un tío al que le falta un ojo, pero tiene una cabaña en el campo, y con frecuencia se la presta al narrador y sus papás para que vayan a pasar unos días de vacaciones. El tío, llamado Arnulfo, tiene, al parecer, una gran imaginación (ya verán por qué lo digo cuando lean este cuento). Y la familia tiene un perro de nombre Zacate.


En la escuela, el niño tiene problemas con su maestra, porque cada vez que ella les pide que escriban un texto con algún recuerdo familiar, o que lleven una foto interesante, o que cuenten sus vacaciones, la maestra se escandaliza, se enoja o se desmaya con lo que el personaje central les cuenta. A los lectores de este libro, en cambio, estas historias nos hacen reír.


Llegan las vacaciones y la familia de este niño se va a pasarlas a la cabaña del tío Arnulfo. Al sacar las cosas de la cajuela se dan cuenta que ahí va también el abuelo, es decir, el papá de la mamá del niño. Pero lo extraño no es tanto la manera en que viajó con ellos, sino el pequeño detalle de que el abuelo murió dos años atrás. El abuelo, que era un hombre lleno de vida, ahora está ahí, muerto-vivo, con ellos en la cabaña. Es como si fuera un zombi, pero no se comporta como un zombi, sino que hace lo que siempre hacía: platica, fuma su pipa, lee el periódico, sale a pasear, sin embargo, no tiene pulso pues está muerto... por si fuera poco, se encuentra en un lento pero inexorable proceso de putrefacción. Y, además, sigue con los problemas de memoria que ya tenía estando vivo.


Ni la mamá, ni el papá ni el niño entienden qué sucede, pero lo aceptan, porque, finalmente, es el abuelo, y la verdad les da mucho gusto verlo. Y esto, lógicamente, hace que las vacaciones del niño sean inolvidables, pero no les cuento lo que sucede para que lo descubran ustedes al leer este fantástico y espléndido cuento.


Es un libro bastante breve, muy efectivo, divertido, sorprendente y, a su manera, tierno. Yo leí la versión electrónica pero también se consigue en papel. En el e-book, al final, viene un video de la autora en el que comenta que, aunque hay un muerto en la historia, no es un relato de terror, sino que es más bien una especie de canto a la vida. Yo agregaría que es, también, un canto a la imaginación y a la memoria.


Su autora es Christel Guczka (quien también escribió el libro En el sur), y las magníficas ilustraciones son de Betania Zacarías.


. . . . . . . . . . . . . . .


Los muertos andan en bici. Christel Guczka. Ilustraciones de Betania Zacarías. Ediciones El Naranjo, colección Mar de Cuentos (para niños lectores). 40 págs.


. . . . . . . . . . . . . . .


Te puede interesar:


En el sur



sábado, 29 de agosto de 2020

El castigo de Lucas, de Francisco Hinojosa


 


El castigo de Lucas

de Francisco Hinojosa

 

Jesús Guerra

 

Lucas tiene 11 años y está a punto de terminar quinto de primaria. Vive en la Ciudad de México, se divierte muchísimo en internet y tiene muchos amigos en Facebook, sobre todo tiene una amiga, Celia, a la que no conoce en persona porque ella vive en Mazatlán, con la que chatea a diario y se llevan de maravilla porque tienen los mismos gustos: el futbol, la lucha libre y las películas de miedo. Celia tiene la misma edad que Lucas, es la goleadora de su equipo y a ella le va muy bien en la escuela.

 

Un día, a punto de entrar a las vacaciones de verano, Lucas recibe una pésima noticia: no pasó año. Así que además de la vergüenza que le va a dar con sus amigos cuando regrese a clases, tendrá que hacer nuevas amistades con chicos menores que él, y además tendrá que aguantarse el castigo que de seguro le pondrán sus papás. Él se imagina que lo van a dejar sin domingos, o que no le van a hacer fiesta el día de su cumpleaños, pero cuando sus papás hablan con él, el castigo resulta ser mucho peor de lo pensado: le prohíben que use la computadora y el internet hasta que, cuando vuelva a la escuela, les presente en las próximas calificaciones un promedio mínimo de 7.5.

 

Lucas siente que el castigo es terrible, pero sabe que se lo merece, pues no estudió lo suficiente para sus exámenes finales. Sin embargo, Lucas habla con su mamá y le pide que le permita entrar a Facebook una vez más para platicarle a Celia cómo están las cosas, pues ella se va a preocupar, o va a creer que él ya no quiere hablar con ella... La mamá de Lucas le permite que le mande un correo electrónico para pedirle a Celia la dirección de su casa, pues si quiere «chatear» con ella, tendrá que hacerlo por carta.

 

Cuando recibe la dirección de Celia, Lucas le escribe una carta explicándole los motivos por los que no podrán chatear durante varios meses. Lucas siempre pensó que eso de escribir cartas era una actividad de ancianos, pero de repente y casi sin darse cuenta, entra en un área desconocida: escribir misivas en papel, meter las hojas en un sobre, comprar timbres, llevar el sobre hasta un buzón, y esperar días y días hasta la llegada de la respuesta. 

 

Y así descubre que su papá tiene guardados varios álbumes con timbres pues en alguna época fue coleccionista de estampillas postales de diversos países del mundo. Además, como no puede utilizar la computadora, tiene que salir a jugar con sus primos, y empieza a dedicarse a actividades como hacer inventos y crear platillos exóticos (realmente exóticos) en la cocina de su casa.

 

Y entonces se da cuenta que le entusiasma muchísimo recibir las cartas de Celia. Sin embargo, Lucas descubre que todavía falta una parte de su castigo... pero ya no les platico lo que sigue para que ustedes lo descubran al leer este cuento estupendo y sabroso (con excepción, la verdad, de los inventos de Lucas en la cocina).

 

Este libro de Francisco Hinojosa es muy divertido, como todos los libros de él que he leído, y como en una buena parte de su obra, también, logra establecer una muy eficaz complicidad con sus lectores. Además, toca algunos temas de tal manera que nos obliga a verlos desde una perspectiva diferente.

 

El castigo de Lucas está ilustrado con unas obras padrísimas y muy disfrutables de Ignacio Zárate Huizar, y se consigue en pasta dura, pasta suave y en edición digital.

 

. . . . . . . . . . . . . . .

 

El castigo de Lucas. Francisco Hinojosa. Ilustraciones de Ignacio Zárate Huizar. Nostra Ediciones. 1a. ed., 2012; 2a. ed., 2014; 1a. ed. digital, 2017. 88 págs.

 

 

 


jueves, 6 de agosto de 2020

El fantasma de la casa del lago, de Ana Romero



El fantasma de la casa del lago

de Ana Romero

 

Jesús Guerra

 

Julia, la protagonista y narradora de esta historia, es una adolescente que vive con su papá, Pancho. Y tanto Julia como Pancho pasan por un terremoto emocional cuando un día encuentran una nota en un post-it pegado al refrigerador en el que Carolina (esposa de Pancho y mamá de Julia) les dice que los deja porque tiene que irse a perseguir sus sueños. Padre e hija, deprimidos, se van de la casa en la que vivieron con Carolina, y luego de comprar una cámper se lanzan «a conocer el mundo». Sin embargo, al poco tiempo, Pancho se queda sin trabajo porque quebró la revista en la que escribía artículos de viaje, y se da cuenta de que su hija necesita seguir estudiando. Así, llegan a un pueblo llamado San Miguel, que les agrada. Pancho investiga y se entera que ahí están los mejores colegios de la región, entonces consigue trabajo como profesor de Literatura en uno de ellos, de paso obtiene media beca para Julia, vende la cámper, pide un préstamo en un banco y con el dinero compra una ruinosa y enorme casa que le encantó desde que la vio por primera vez.

Pancho encuentra una vieja —pero en buenas condiciones— máquina de escribir Remington, a la que bautiza como Remi, y decide que con ella escribirá su primera novela. Sale al porche de la casa y se pone a teclear una buena parte de la noche y una buena parte de las noches. El ruidazo de Remi tranquiliza a Julia, quien batalla para dormir porque la casa, la verdad, le da algo de miedo, tanto que hasta escucha pasos inaudibles en el pasillo.

Pronto, tanto Julia como Pancho comienzan a conocer a la gente del pueblo y a hacer amistades: Maribel, la bibliotecaria de la escuela; Alejandro, el dueño de una tienda; Doña Clau; y las cuatro jóvenes de la escuela que se hacen amigas casi instantáneas de Julia: Maru, Helen, Natis y Sofi, y, por supuesto, un perro sin dueño que ronda la biblioteca y que, según Maribel, se llama Nostradamus. Así, en conversaciones con sus nuevos conocidos y amigos es como Julia se entera de que la gente de San Miguel le llamaba a su nuevo hogar La Casa del Lago, y que tiene fama de ser una mansión encantada, debido a su historia. Esto pone de nervios a Julia, pero también le pica la curiosidad, así que decide investigar qué sucedió ahí. Pero no sólo investiga con los vivos, pues una noche de tormenta ve por primera vez al fantasma de la casa...

El argumento está muy bien estructurado y constantemente nos depara sorpresas, tanto en el presente como en el pasado, es decir, la historia de la familia que vivió antes en la casa de lago, que Julia va descubriendo poco a poco. Y el estilo con el que está escrita la novela, o sea, en su mayor parte, la narración hecha por Julia, es de verdad estupendo. Todos los personajes están bien desarrollados y diferenciados, tienen una personalidad distinguible, y algunos de ellos tienen características muy interesantes y simpáticas. Julia, en particular, es formidable. Y tanto el estilo de narración de Julia como una buena parte de los diálogos entre los personajes son sumamente divertidos, vivos, chispeantes. Me encanta que Julia tenga una vocación anticursi a toda prueba y un gran sentido del humor.

Vale la pena señalar que en algunas partes del libro Julia menciona algunas canciones que escuchan ella y Pancho, y se trata de grandes canciones, es decir que son personajes con los que podemos identificarnos también por el gusto musical. Si hacen una playlist con las canciones mencionadas obtendrán el gran soundtrack de la novela.

El fantasma de la casa del lago es una novela emocionante y divertidísima que ha resultado, para mí, una sorpresa fenomenal.

Ana Romero es michoacana y licenciada en Psicología. Además de novelista es poeta y guionista de cine y televisión. Las ilustraciones, de Armando Fonseca, son padrísimas. 

 

. . . . . . . . . . . . . . .

 

El fantasma de la casa del lago. Ana Romero. Ilustraciones de Armando Fonseca. El Naranjo, colección Ecos de Tinta (para jóvenes lectores). 1a. ed., 2017. 264 págs. También se consigue en edición digital.

 

 

 


lunes, 13 de julio de 2020

En el Sur, de Christel Guczka





En el Sur
de Christel Guczka

Jesús Guerra

Montserrat (Montse), que es quien narra la historia, es una niña que está en sexto de primaria, vive con su mamá, que es pediatra, en un pueblo pequeño, muy cerca de la casa de su abuelo, a quien adora. Montse, además, tiene una pata llamada Queta. Y le encanta vivir ahí, en contacto con el campo. Y en la escuela tiene varios mejores amigos. Sin embargo, su papá no vive con ellas, porque tiene una especie de trabajo secreto, y se la pasa viajando por el mundo, pero eso sí, con mucha frecuencia recibe postales suyas, desde diferentes ciudades, en las que le da consejos y le dice que la quiere muchísimo. Y Montse, por supuesto, muy seguido le escribe cartas en las que le cuenta todo lo que puede acerca de lo que hace y le sucede, de sus preocupaciones, de su escuela, de su vida...

Pero un día (para Montse un mal día), su mamá le comunica que en dos semanas se van a ir a vivir a la ciudad. A Montse no le hace la menor gracia, porque eso quiere decir que tendrá que dejar de ver a sus amigos, y a su abuelo, y tendrá que entrar a una escuela nueva en un ambiente desconocido, etcétera. Además, le preocupa que si se cambian de casa las postales de su papá ya no le vayan a llegar.

Su mamá y su abuelo tratan de tranquilizarla, diciéndole que la ciudad está solo a tres horas de distancia en auto, que podrá regresar a pasar las vacaciones, y que además tendrá nuevos amigos... Todos los cambios son inquietantes, y Montse trata de enfrentarlos lo mejor que puede.

Pronto ya tiene dos nuevos amigos, Óscar y Yolo, y rápidamente comienza a vivir aventuras con ellos, algunas de las cuales son peligrosas y otras trascendentes. No les puedo contar nada más para no echarles a perder las sorpresas del libro, sólo puedo decirles que es interesantísimo y muy, muy entretenido, y que de seguro al leerlo van a aprender un par de cosas importantes acerca de la vida.

En el Sur es un libro estupendo, y las ilustraciones, de Octavio Cruz, son fenomenales.

. . . . . . . . . . . . . . .

En el Sur. Christel Guczka. Ilustraciones de Octavio Cruz. Ediciones El Naranjo, colección Ecos de Tinta («Para niños lectores»). 88 págs. También se consigue en edición electrónica.




lunes, 29 de junio de 2020

La dama de la selva, de Antonio Ramos Revillas





La dama de la selva
de Antonio Ramos Revillas

Jesús Guerra

Manuel es un chavo que vive en un pueblo llamado El Colmenar, donde todos los pobladores son descendientes de los africanos que trajeron a América los españoles en la época de la Colonia. Vive con su papá, Francisco; con su madrastra, Cleotilde; con su medio hermano, Rumi, que aún es un bebé, y con su abuelo, Luis Fernando, quien en su tiempo fue corredor de maratones y llegó incluso a competir en Nueva York. Su abuelo, a quien apodaban la Pantera de la Selva, le da lecciones a Manuel para que aprenda a correr como se debe, y es quien le habla de las leyendas de la selva y de sus ancestros africanos, en particular de la Dama de la Selva, una diosa que mantiene el equilibrio de la naturaleza en el entorno en el que viven, y de los Púcari, unos seres sobrenaturales que se encargan de castigar a los niños malcriados y a los niños perdidos.

La excelente relación con su abuelo ayuda mucho a Manuel, pues la relación de éste con su madrastra es bastante mala. Quizá porque a Manuel todavía le duele mucho la muerte de su madre, quizá porque Cleotilde no ha sabido ganarse su cariño. Una tarde se pelean Manuel y Cleotilde, y el joven, calzado con los nuevos tenis que le acaba de regalar su abuelo, se sale de la casa enfurecido y corre por el pueblo. Corre y corre, primero sin saber qué hacer, luego con la idea de llegar hasta donde trabaja su papá, cerca de ahí, pero en plena selva, para decirle lo que acaba de suceder.

Manuel conoce el camino y en un momento dado, cuando toma conciencia de que ya va a oscurecer, decide cortar camino. Luego empieza a llover. De repente, Manuel se da cuenta de que ya no sabe en dónde se encuentra, que no tiene la menor idea de cómo regresar, que ya es de noche y la lluvia cae con tremenda fuerza. Manuel, entonces, se sube a un árbol para no mojarse tanto, y para estar a salvo de los animales (aunque en el árbol tiene que cuidarse de las serpientes). Se queda dormido a ratos, aunque tiene miedo y está muy incómodo entre las ramas, cuando, de pronto, ve que una joven más o menos de su edad lo llama desde una lancha que está en la laguna (aunque Manuel no recuerda que ahí hubiera una laguna). Manuel desciende del árbol y va al encuentro de la chica, y ésta le dice que su abuelo —el abuelo de ella— le pidió que viniera a ayudarlo, pues los Púcari ya andan tras él.

Así es como empieza esta emocionante y peligrosa aventura que Manuel jamás imaginó vivir, en una selva que no es la suya, una aventura que le abrirá los ojos respecto al mundo, sus ancestros, su cultura, su familia, su propia vida y sus sentimientos.

Antonio Ramos Revillas nació en Monterrey, Nuevo León, en 1977; ha ganado un montón de premios, ha publicado libros de relatos para adultos y algunas novelas para niños y jóvenes, como Los cazadores de pájaros, Reptiles bajo mi cama e Ixel.

Esta edición cuenta con unas estupendas ilustraciones de Zuzanna Celej, pintora, grabadora e ilustradora nacida en Polonia, aunque desde niña vive en España.

La dama de la selva es una muy recomendable novela para jóvenes, muy bien escrita, sumamente interesante y emocionante, que nos cuenta una historia que no transita por los mismos caminos de muchas otras, y nos muestra un mundo poco explorado en la literatura infantil y juvenil de nuestro país.

. . . . . . . . . . . . . . .

La dama de la selva. Antonio Ramos Revillas. Ilustraciones de Zuzanna Celej. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento (1a. ed., 2017). 196 págs.




jueves, 28 de mayo de 2020

Erik Vogler: La venganza, de Beatriz Osés





Erik Vogler: La venganza
(Serie Erik Vogler, volumen 8)
de Beatriz Osés

Jesús Guerra

Erik Vogler: La venganza es el octavo y último tomo de la serie juvenil de Erik Vogler, de la escritora española Beatriz Osés. Si han leído los volúmenes anteriores (lo cual recomiendo, además recomiendo leerlos en orden) estarás enterado de la aventura y los dramáticos acontecimientos con los que termina la novela anterior (Erik Vogler: Jaque Mate) en la peregrinación del Camino de Santiago, en el norte de España, por lo cual Berta, la abuela de Erik, se encuentra en Bremen con ambos brazos enyesados debido a las fracturas que sufrió (a Berta siempre le ocurre algo); pero todo el grupo (Erik, Berta, Albert, Frank y un elemento adicional que no menciono por aquello de que no hayan terminado de leer el tomo siete) se encuentra en Bremen pero no en su departamento, pues Ilse Zimmer sigue desaparecida y podría atacarlos en cualquier momento, sino en un hotel de lujo y bajo protección policial. De hecho, los Vogler, luego de todos los casos que han resuelto, son vistos en Alemania como héroes, aunque, como siempre, para los elementos de la policía de Bremen son un dolor de cabeza, en particular Berta y Erik.

Sin embargo, aunque se supone que deberían de permanecer encerrados, Albert quiere desvelar ya qué fue lo que sucedió realmente con sus verdaderos padres, los Ackermann, y a Erik le conviene ayudarlo en la investigación debido al pacto que existe entre los dos, así que ambos, con la ayuda de Berta, se dan a la tarea de realizar las averiguaciones necesarias para desenterrar (nunca mejor dicho) la verdad.

En esta novela, por una parte, se realiza la investigación sobre la misteriosa muerte de los Ackermann, por otra tienen que seguir escondidos o intentar pasar desapercibidos (aunque, por supuesto, es casi imposible para ellos) para que Ilse Zimmer no los encuentre, y además tienen que realizar labores de vigilancia para que Ilse no los agarre desprevenidos, si es que los encuentra primero. Todo esto crea una serie de situaciones tensas y emocionantes y, al mismo tiempo, sumamente divertidas. En esta novela hay mucha sangre y abunda el humor negro, gracias, en buena medida, a la presencia del nuevo elemento del grupo.

Hay que mencionar que hay una escena particularmente interesante y disfrutable que es, de hecho, un homenaje a la película La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock (se los digo porque vale la pena que la vean y eso les permitirá entender este juego de la autora). Con todos estos elementos, el argumento se torna muy complejo, pero nunca enredado, es muy claro y comprensible. Y, por supuesto, tiene varios de esos diálogos graciosísimos entre Erik y Albert, que se detestan, pero tienen que colaborar, que son, quizá, el elemento que más extrañaré de esta serie. Me parece que es este libro cierra muy, muy bien la serie de Erik Vogler y que lo van a disfrutar enormemente.

. . . . . . . . . . . . . . .

Erik Vogler: La venganza (volumen 8 y final de la serie de Erik Vogler). Beatriz Osés. Edebé. 212 págs. (Todos los volúmenes de la serie se consiguen también en edición digital.)

. . . . .

Te puede interesar leer las reseñas de los otros siete libros de la serie:












miércoles, 13 de mayo de 2020

El libro de los días malditos, de Marcus Sedgwick





El libro de los días malditos
de Marcus Sedgwick

Jesús Guerra

La historia se desarrolla en algún momento del siglo XIX, aunque nunca se menciona el año, sólo los días en que transcurre, del 27 al 31 de diciembre, que son precisamente los días malditos a que alude el título (aunque en realidad en inglés, idioma en que fue escrita esta novela para jóvenes, se trata de los «días muertos», ya que el título original es: The Book of Dead Days), en una ciudad cuyo nombre tampoco se menciona pues los personajes sólo se refieren a ella como la Ciudad, la cual es sucia, llena de lodo, mugre y basura, llena de callejones estrechos y barrios muy peligrosos, y como además están en invierno es húmeda y oscura. Además, es burocrática y corrupta, gobernada por un Emperador Federico que vive encerrado en su palacio y del que la gente no ha sabido nada durante años. La ciudad también tiene un río y está rodeada por un gran muro.
 
Edición en inglés
Ahí vive Chico, un joven de unos 15 años que no conoció a sus padres y no tiene idea de cuándo nació. De hecho, tampoco tiene un nombre, por lo menos que él conozca. Hasta donde alcanzan sus recuerdos, siempre vivió solo, en las calles de la Ciudad, sobreviviendo como podía, hasta que lo encontró un hombre extraño, mago de profesión, mago de los que hacen trucos en los teatros, y lo tomó como su asistente. El mago se llama Valerian y al muchacho comenzó a decirle Chico.

Valerian es un tipo raro, un hombre muy alto y demacrado, de humor cambiante, que tiende a maltratar a Chico, y si éste lo soporta es porque prefiere tener un cuarto donde dormir y algo de comida, así como algo de compañía, pues todos sus recuerdos de infancia son de soledad y miedo. En el teatro donde se presenta Valerian, se presenta también una cantante llamada Madame Beauchance, cuya asistente, más o menos de la misma edad de Chico, es una joven de nombre Willow.

A partir del 27 de diciembre, la complicada pero relativamente rutinaria y segura vida de Chico empeora, pues empeora el carácter de Valerian, el cual le pide a Chico hacer una serie de mandados extravagantes y en circunstancias y lugares peligrosos. Y como Valerian no le da explicaciones a Chico, éste tiene que ir uniendo cabos, junto a su amiga Willow, cuya vida también se complica a partir de que encuentra el cadáver de Korp, el director del Gran Teatro.
 
Edición en francés
Empiezan a aparecer cadáveres en la ciudad, y los chismes hablan de la presencia de un fantasma. Y Valerian emprende la obsesiva búsqueda de un libro que le dará la solución para eliminar el misterioso mal que pende sobre él. Para esto, Valerian recurre a un viejo amigo suyo, un filósofo natural (para nosotros sería una mezcla de físico, químico y médico) de nombre Kepler, quien tiene inventos maravillosos. La búsqueda del libro conduce a Valerian, Chico y Willow a visitar cementerios a media noche, iglesias antiguas, túneles misteriosos y catacumbas, así como a ser perseguidos por aldeanos enfurecidos, por criminales y por la policía de la Ciudad.

El libro de los días malditos es una novela muy bien escrita, que tiene una ambientación extraordinaria; a partir de breves descripciones logra hacernos visualizar los paisajes nocturnos de esa extraña ciudad en la que se mueven los personajes, que, por lo menos en mi imaginación, es una mezcla del Londres de Dickens, escenografías de películas expresionistas alemanas y filmes japoneses de animación. La historia, interesantísima y muy emocionante, está llena de aventuras en una espléndida atmósfera gótica y sobrenatural.
 
Otra edición en inglés
Debo confesar que mi ejemplar (el libro se publicó en español en 2004, y el original en inglés se publicó en 2003) lo compré hace algunos años en una librería de viejo, así que ahora es difícil de conseguir en nuestro idioma. Intenten buscarlo, pues su lectura es muy recomendable. Y si saben el suficiente inglés, intenten leerlo en ese idioma, pues es mucho más sencillo de conseguir, sobre todo en e-book. Si no quieren o no pueden leerlo en inglés, consigan cualquier otro libro para jóvenes de este autor, Marcus Sedgwick, pues realmente es un escritor estupendo, que ha recibido una buena cantidad de premios de literatura juvenil.

. . . . . . . . . . . . . . .

El libro de los días malditos. Marcus Sedgwick. Traducción de Rosa Pérez. Ediciones B (Barcelona, 2004). 332 págs.




jueves, 30 de abril de 2020

Los zapatos de fierro, de Emilio Carballido





Los zapatos de fierro
de Emilio Carballido

Jesús Guerra

Los zapatos de fierro es un cuento tradicional, aunque no sé de dónde provenga, ni lo sabía tampoco el autor, Emilio Carballido (dramaturgo y narrador, 1925-2008), quien escribió en el breve prólogo del libro que este cuento se lo contaba a su abuela su nana, que a su vez lo había escuchado de niña, así que el autor calcula que el cuento debe de ser anterior a Miguel Hidalgo. «Oí el cuento toda mi infancia, con otro tesoro de relatos que sabía decir mi abuela espléndidamente. [...] Si todos los fui encontrando impresos años más tarde, o me los regaló ella misma en libros, para que los leyera, éste de los zapatos no apareció nunca. [...] Y lo escribí. [...] Como es de rigor, he puesto detalles de mi cosecha. Y he conservado la atmósfera jarocha, de río Papaloapan, con que sus narradores lo ambientaron».

Los zapatos de fierro nos cuenta la historia de María, la menor de tres hermanas de una familia muy pobre. Mientras que el padre trabajaba en el campo, la madre cocinaba, y las hermanas eran las encargadas de lavar la ropa en el río. Un día iba la mayor a lavar un bulto de ropa, al día siguiente le tocaba a la de en medio, y al día siguiente a la menor, y al siguiente día volvían a empezar. Hasta que una vez le pasó una cosa muy extraña a la mayor: se dio cuenta que una lechuguilla que iba flotando en el río no seguía la corriente, como todas las demás cosas que arrastraban las aguas. Esta lechuguilla bajaba por la corriente y luego subía en contra, se acercaba a la orilla y luego se iba hasta el centro del río. La muchacha intentó agarrarla, pero terminó tirando la ropa al agua.

En la noche, la muchacha se lo platicó a sus hermanas y éstas pensaron que eso no era posible. Pero al día siguiente le sucedió lo mismo a la hermana de en medio y ésta perdió toda la ropa, con el consiguiente enojo de su mamá. Cuando llegó el turno de la menor, ésta hizo como que no veía la lechuguilla y primero lavó toda la ropa, luego, todavía haciéndose la disimulada, de un manotazo atrapó las hierbas y las aventó al suelo, y la planta se convirtió en un príncipe, joven y guapo.

Como sucede en todos los cuentos tradicionales, el príncipe, al verse libre del hechizo, le propuso matrimonio a María, la cual aceptó. Sin embargo, el príncipe le dijo que, aunque ella había roto el hechizo, él debía obedecer ciertas reglas del encantamiento y, de no hacerlo, se volvería a convertir en planta. Y la primera regla era que ella no podría despedirse de su familia. Tendrían que irse de inmediato para que la familia de María creyera que ella se había ahogado. Esto, por supuesto, tendrá algunas consecuencias que, a su vez, tendrán otras más... Este cuento apenas empieza, pero ya no les puedo platicar nada más para no echarles a perder las sorpresas que irán encontrando en la lectura, que son muchas y muy interesantes.

. . . . . . . . . . . . . . .

Los zapatos de fierro. Emilio Carballido. Ilustraciones de Carmen Cardemil. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento (1a. ed. en Editorial Grijalbo, 1983; 1a. ed. en el FCE, 1998; 12a reimp. 2019). 88 págs. Existe edición electrónica.




miércoles, 22 de abril de 2020

El hombre que fue un mapa, de Ignacio Padilla





El hombre que fue un mapa
de Ignacio Padilla

Jesús Guerra

El hombre que fue un mapa, de Ignacio Padilla (1968-2016), debe de ser uno de los cuentos para niños (de unos 9 años en adelante) más interesantes que se han escrito en México. Su argumento, compuesto en realidad por varias historias entrelazadas, es complejo (pero no complicado), inteligente y muy divertido. Sus historias están hechas con los materiales de la aventura, a la que con enorme placer nos sumamos los lectores.

La historia comienza en la antigüedad, «En tiempos del Gran Microbio Peritoneo, Emperador de Todos los Guapos del Mundo», con un personaje llamado Hipotálamo de Quimera, el cual obtuvo, en circunstancias muy particulares, un «regalo de los Dioses», el cual quiso entregárselo al sabio Arquímedes, pero éste lo despreció, acto con el que, sin saberlo, puso en marcha una serie de eventos que tendrían repercusiones hasta nuestros días.

Cuando ya Hipotálamo estaba muerto, pero debido a él, los habitantes del pueblo de Quimera construyeron un enorme y complejísimo laberinto que, como todas las grandes construcciones de esa época, desapareció en algún momento y su historia se olvidó, pero no del todo pues se transformó en leyenda, la cual se fragmentó y se ramificó a lo largo del tiempo. Algunas de esas leyendas se deben a un personaje de vida azarosa llamado Bramagán Vorax.

Muchos años después, en la Edad Media, los monjes de un monasterio compilaron todas las leyendas relacionadas con el laberinto de Quimera, pero con el paso de los siglos esta información también cayó en el olvido. Sin embargo, en nuestro tiempo, un académico de Nueva Zelanda y una profesora de Islandia unen sus vidas y sus conocimientos para buscar las ruinas de Quimera.

Yo sé que, contado así, a saltos, la historia no parece tener mucho sentido, pero créanme que sí lo tiene, sin embargo, si les contara más les echaría a perder la lectura de este formidable cuento. Al leerlo entenderán, entre otras cosas, el proceso de formación de las leyendas, y se van a divertir muchísimo. Vale la pena que consulten las palabras que no conocen, incluidos los nombres de los personajes y de los lugares mencionados.

Ignacio Padilla escribió también Los papeles del dragón típico (1991), Las tormentas del mar embotellado (1997), Por un tornillo (2009) y Todos los osos son zurdos (2010).

Las ilustraciones son de Rafael Barajas, mejor conocido como el Fisgón, y son, como de costumbre, espléndidas.

. . . . . . . . . . . . . . .

El hombre que fue un mapa. Ignacio Padilla. Ilustraciones de Rafael Barajas, el Fisgón. Fondo de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento. Clasificado «Para los grandes lectores». 88 págs.