El castigo de
Lucas
de Francisco
Hinojosa
Jesús Guerra
Lucas tiene 11
años y está a punto de terminar quinto de primaria. Vive en la Ciudad de
México, se divierte muchísimo en internet y tiene muchos amigos en Facebook,
sobre todo tiene una amiga, Celia, a la que no conoce en persona porque ella
vive en Mazatlán, con la que chatea a diario y se llevan de maravilla porque
tienen los mismos gustos: el futbol, la lucha libre y las películas de miedo.
Celia tiene la misma edad que Lucas, es la goleadora de su equipo y a ella le
va muy bien en la escuela.
Un día, a punto
de entrar a las vacaciones de verano, Lucas recibe una pésima noticia: no pasó
año. Así que además de la vergüenza que le va a dar con sus amigos cuando
regrese a clases, tendrá que hacer nuevas amistades con chicos menores que él,
y además tendrá que aguantarse el castigo que de seguro le pondrán sus papás.
Él se imagina que lo van a dejar sin domingos, o que no le van a hacer fiesta
el día de su cumpleaños, pero cuando sus papás hablan con él, el castigo
resulta ser mucho peor de lo pensado: le prohíben que use la computadora y el
internet hasta que, cuando vuelva a la escuela, les presente en las próximas
calificaciones un promedio mínimo de 7.5.
Lucas siente que
el castigo es terrible, pero sabe que se lo merece, pues no estudió lo suficiente
para sus exámenes finales. Sin embargo, Lucas habla con su mamá y le pide que
le permita entrar a Facebook una vez más para platicarle a Celia cómo están las
cosas, pues ella se va a preocupar, o va a creer que él ya no quiere hablar con
ella... La mamá de Lucas le permite que le mande un correo electrónico para
pedirle a Celia la dirección de su casa, pues si quiere «chatear» con ella,
tendrá que hacerlo por carta.
Cuando recibe la
dirección de Celia, Lucas le escribe una carta explicándole los motivos por los
que no podrán chatear durante varios meses. Lucas siempre pensó que eso de
escribir cartas era una actividad de ancianos, pero de repente y casi sin darse
cuenta, entra en un área desconocida: escribir misivas en papel, meter las
hojas en un sobre, comprar timbres, llevar el sobre hasta un buzón, y esperar
días y días hasta la llegada de la respuesta.
Y así descubre
que su papá tiene guardados varios álbumes con timbres pues en alguna época fue
coleccionista de estampillas postales de diversos países del mundo. Además,
como no puede utilizar la computadora, tiene que salir a jugar con sus primos,
y empieza a dedicarse a actividades como hacer inventos y crear platillos
exóticos (realmente exóticos) en la cocina de su casa.
Y entonces se da
cuenta que le entusiasma muchísimo recibir las cartas de Celia. Sin embargo,
Lucas descubre que todavía falta una parte de su castigo... pero ya no les
platico lo que sigue para que ustedes lo descubran al leer este cuento
estupendo y sabroso (con excepción, la verdad, de los inventos de Lucas en la
cocina).
Este libro de
Francisco Hinojosa es muy divertido, como todos los libros de él que he leído,
y como en una buena parte de su obra, también, logra establecer una muy eficaz
complicidad con sus lectores. Además, toca algunos temas de tal manera que nos
obliga a verlos desde una perspectiva diferente.
El castigo de
Lucas está ilustrado con unas
obras padrísimas y muy disfrutables de Ignacio Zárate Huizar, y se consigue en
pasta dura, pasta suave y en edición digital.
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El castigo de
Lucas. Francisco Hinojosa.
Ilustraciones de Ignacio Zárate Huizar. Nostra Ediciones. 1a. ed., 2012; 2a.
ed., 2014; 1a. ed. digital, 2017. 88 págs.
Ha estado fascinante! A través de cuál librero lo puedo conseguir en Colombia?
ResponderEliminarMil gracias.