Todos los osos son zurdos
de Ignacio Padilla
Jesús Guerra
Rulo es un niño que tiene una preocupante tendencia a romper todo lo
que encuentra a su paso: vasos, floreros, sillas, vidrios de ventanas, adornos
caros, lentes, lo que sea, y además se tropieza y se cae con una frecuencia
sorprendente. Su abuela piensa que el niño es torpe. Los papás de Rulo —que son
científicos— creen que su hijo podría tener algún problema. Lo llevan con
médicos y nada: su hijo tiene muy buena visión y excelente audición, y tiene
una salud envidiable.
Rulo, por su parte, imita a sus científicos padres y comienza su
propia investigación acerca de la naturaleza y concluye que son los objetos los
que, de manera natural, tienen el deseo de romperse. Así crea su Ley Rulo de la
Rompitud de las Cosas.
Los papás de Rulo no se quedan tranquilos, deciden ir a hablar con la
profesora de su hijo para ver cómo se comporta ahí, y le explican su
preocupación. La maestra Antonomasia, luego de hacerles una larga lista de
todas las cosas que Rulo ha roto en la escuela, les pregunta si no tendrá algo
qué ver el hecho de que el niño sea zurdo. Los papás de Rulo abren mucho los
ojos, sorprendidos de la intuición de la maestra: no se les había ocurrido,
pero les parece probable que sea así.
Rulo, que no le había prestado mucha atención al hecho de ser zurdo,
comienza, a partir de ese momento, a sentirse especial. Su padre le comenta que
aproximadamente una persona de cada diez son zurdas. Rulo se pregunta cómo
puede saber eso su papá, pues a él le parece que los zurdos son rarísimos y,
por lo tanto, especiales.
Un día, a medio año escolar, llega una compañera nueva al salón de
Rulo, se llama Victoria Camargo, la cual, además de bonita y bien peinada,
limpia y simpática, puntual, de caerle bien a todos y jugar de maravilla al
futbol... es zurda.
Rulo no lo entiende. ¿Cómo puede ser zurda si no es como él? Porque
Victoria no tiene sus mismas características, salvo que escribe con la mano
izquierda y le pega al balón con la pierna izquierda. Para colmo, nunca se
tropieza ni quiebra nada. Rulo supone que esa niña quiere quitarle los
privilegios de ser el único zurdo de su salón, así que, concluye, Victoria es
una falsa zurda, una impostora.
Cuando Rulo intenta convencer a sus amigos de que Victoria no es
zurda, éstos no le entienden nada. ¿Cuál Ley de la Rompitud de las Cosas? ¿Qué
tienen que ver los zurdos con eso? ¿Qué tiene que ver Victoria con eso? Así,
Rulo decide crear un duelo de zurdos para demostrarles que él es el único
verdadero zurdo del salón... ¿Quieres saber qué sucede en el duelo y todo lo
que sigue después? Pues tendrás que leer este libro divertidísimo, que además
te va a enseñar algunas cosas importantes sobre la importancia —o falta de
importancia— de ser zurdo o diestro. Además, al leerlo, vas a entender por qué
este libro se llama Todos los osos son zurdos. Te aseguro que te va a
encantar.
. . . . . . . . . . . . . . .
Todos los osos son zurdos. Ignacio Padilla. Ilustraciones de Trino. Fondo
de Cultura Económica, colección A la Orilla del Viento. Clasificado «Para los
que empiezan a leer». 1a. ed., 2010; 5a. reimpresión, 2017. 72 págs.
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