Festín de muertos
Antología de relatos mexicanos de zombis
(4 y último)
Jesús Guerra
Festín de
muertos reúne 18 cuentos de zombis escritos por 18 narradores mexicanos. En las
tres partes anteriores (primera aquí, segunda y tercera)
he estado comentando cada uno de los relatos, hasta llegar al número 15. Así
que continúo, entonces, con el cuento 16, llamado
«Señor Z», su autor es Carlos Bustos (nacido en Guadalajara, en 1968). Es un
relato que narra una breve, pero intensísima pasión. No es precisamente una
historia de amor sino una atracción animal en un caluroso ambiente tropical. Es
una pasión desenfrenada, al principio, producto más bien de una larga soledad.
Una de las cosas que me han parecido más interesantes es que se trata de una
vertiente argumental poco relacionada, en general, con los zombis.
No entro en detalles para no arruinarles la sorpresa. Sí les puedo
decir que es un cuento que vale mucho la pena leer, a pesar de que el lenguaje
con el que está escrito no me parece del todo adecuado para la narradora, pues
la historia la cuenta una mujer. No sé si se deba precisamente a esto, pues una
de las cosas más difíciles para los escritores es contar desde la perspectiva
del género opuesto. Pero no es más que una impresión personal de una primera
lectura. Está entre el realismo sucio a la americana y el melodrama violento
tropical. Tal vez sea melodrama sucio con realismo violento costeño... o algo
así. La clasificación no importa, importa, eso sí, que el relato es muy eficaz.
El cuento 17, el penúltimo de esta antología, se llama «El hombre
que fue Valdemar», y su autora es Norma Lazo (quien nació en Veracruz, en
1966). Este es un relato clásico de zombis, lo cual me gusta mucho pues me
parece que estas narraciones son muy necesarias en una antología como ésta, y
es que luego de tanta experimentación, el lector tiende a perder de vista los
orígenes del género. Además, es un texto muy bien escrito e inteligente.
Valdemar y Ana Laura están en esa edad en que comienzan a ser y a
sentirse medio abandonados por sus hijos, ya que sus hijos, a su vez, están en
esa edad en que empiezan a deslindarse de sus padres, aunque aún no se
independicen de ellos (sus hijos son Simón, y a la chica le dicen Peaches).
Es un proceso natural pero no por eso es fácil de aceptar por parte de los
padres. Así que Ana Laura y Valdemar deciden ir de campamento con sus cada vez
más ensimismados retoños, como lo hacían cuando éstos eran niños, y aunque en
un principio los adolescentes no quieren, terminan por aceptar. Los padres
quieren hacer ese último viaje, ese último campamento con sus hijos, sin saber
cuan cierto es lo que se proponen.
Cuando van en la carretera ven que el sol se pone negro, como si
fuera un eclipse, y el bosque adopta un color rojo sangre que no es el normal
de los atardeceres. En el trayecto los padres no han querido encender la radio
para evitar discusiones familiares. Por eso no se han dado cuenta de las
últimas noticias: que el apocalipsis ha empezado ya, en todo el mundo al mismo
tiempo, con la llegada de los cadáveres andantes. Un cuento bien narrado,
interesante y emocionante, que se agradece.
El último de este libro, el número 18, lleva por título «El lugar
del hombre». Este relato tiene una particularidad que me parece importante para
los lectores coahuilenses, y es que su autor es Luis Jorge Boone, quien nació
en Monclova, Coahuila, en 1977.
Este relato, me parece, es el de argumento más complejo, y trata
de lo siguiente: cuando la plaga se terminó, luego de 12 años terribles, algunos
de los países que la sufrieron —pues hubo algunos que cerraron sus fronteras—
lo que intentaron hacer fue «olvidar» los acontecimientos. No era sólo una reacción
psicológica espontánea sino un objetivo político planeado, por lo menos por
algún partido, sus dirigentes y sus candidatos.
Inmediatamente después de apagarse la infección, lo que algunos
grupos de personas hicieron, con la ayuda de esa ala política mencionada,
fueron campañas de exterminio de los infectados. Pero algunas instituciones
científicas opinaban que debían de conservarse algunos de esos desafortunados
enfermos para poder estudiarlos, es decir, para estudiar la enfermedad, y así,
intentar impedir que se presentara de nuevo en el futuro.
Este desencuentro de ideas lo que logró fue que un laboratorio
importante se viese en la necesidad de realizar sus investigaciones en secreto.
Y el investigador a cargo de realizar el estudio, con unos pocos infectados que
lograron salvar del exterminio, concibió un plan extraño para demostrar su verdad...
«El lugar del hombre» es un cuento verdaderamente interesante de
Luis Jorge Boone. Es un relato que toma elementos de otros géneros, como el thriller,
además del terror, para desarrollar la historia que cierra esta interesantísima
antología.
. . . . . . . . . . . . . . .
Festín de muertos. Antología de relatos mexicanos de
zombis. Raquel Castro y Rafael Villegas
(antologadores). Editorial Océano, colección El Lado Oscuro. También se
consigue en edición de bolsillo, en la serie Océano Express. 180 págs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario